Las condiciones de Putin, el obstáculo insalvable en los intentos de mediación de Turquía e Israel

Gabriela Consuegra
Gabriela Consuegra REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Putin, en un simulador de vuelo durante su visita el sábado al centro de entrenamiento de Aeroflot.
Putin, en un simulador de vuelo durante su visita el sábado al centro de entrenamiento de Aeroflot. MIKHAEL KLIMENTYEV / SPUTNIK | Efe

Para intentar salvar sus intereses, atrapados en medio del fuego cruzado, tres países juegan sus mejores cartas en el complejo tablero de las relaciones internacionales

07 mar 2022 . Actualizado a las 08:45 h.

Israel, Turquía y China. Desde el estallido de la invasión rusa, estos países se han perfilado como los posibles mediadores del conflicto. No tienen nada en común, salvo su espíritu acróbata: los tres mantienen buenas relaciones tanto en Kiev como en Moscú. Así que se apuesta por ellos para cumplir con la misión de sentar en una mesa a los representantes rusos y ucranianos. Con la esperanza, claro, de alcanzar acuerdos más fructíferos que los conseguidos hasta ahora en la frontera bielorrusa, donde volverán a reunirse hoy aunque el Kremlin juegue con ventaja. En todo caso, Putin responde a todos los frentes con la misma premisa: mientras Ucrania no «cese sus hostilidades», la guerra continuará.

Aún así, los intentos por abrir una vía diplomática continúan. Israel y Turquía, que evitaron imponer sanciones a Rusia para «conservar» la buena relación con Putin, se disputan el protagonismo. Mientras tanto, China, el actor que más podría influir en Moscú y que la semana pasada manifestó una tímida intención de intervenir, reculó y se convirtió en la gran ausente después de abstenerse de condenar los ataques del Kremlin en las dos votaciones de la ONU.

Lo cierto es que en esta guerra no son pocos los intereses que se han quedado en medio del fuego cruzado. Las ansias de Pekín por la adhesión de Taiwán chocan con el mercado económico que le supone Occidente. El mano a mano de Israel con Rusia en los bombardeos en Siria —para mantener a raya a los grupos proiraníes— no se ajusta con su papel de gran aliado norteamericano. Las simpatías de Turquía con el Kremlin enfrentadas al interés de limpiar la imagen democrática y ser un miembro honorable de la UE y la OTAN.

En el complejo tablero de las relaciones internacionales, algo importará que la población civil ucraniana sufra el asedio del Ejército de Putin y que sean ya 1,5 millones los refugiados los que huyen de la guerra. O que la población rusa cargue con las consecuencias de las sanciones económicas que pretenden presionar al Kremlin.

Desde Israel, el Gobierno de Naftali Bennett se reunió con Putin el sábado y mantuvo ayer hasta tres conversaciones telefónicas con Volodimir Zelenski. Las conclusiones: que cuando se trata de mediar, «la posibilidad no es alta». Por su parte, desde Turquía, Recep Tayyip Erdogan —que sugirió a los mediadores ucranianos un enfoque más «realista» y «constructivo»— se comunicó con su homólogo en Ucrania, que manifestó estar listo para sentarse a negociar con Putin. Este último, en cambio, aseguró que podría hablar con «autoridades ucranianas» siempre que el país detenga su ofensiva. Ahí es donde mueren todas las negociones, lo demás son espejismos.