Hace unas semanas, sin embargo, el mandatario había dejado entrever que este episodio en la relación con España había quedado atrás. «Están bien nuestras relaciones», dijo, si bien reconoció que había habido «discrepancias» y de hecho «las sigue habiendo».
En este sentido, lamentó el hecho de que nunca hubo una respuesta a su carta al rey. «Lo tomaron a mal y ni siquiera me respondieron la carta», señaló, lamentando el que el Gobierno no hubiera aceptado «ofrecer una disculpa para reiniciar una etapa nueva».
«Sin embargo, pues eso ya pasó, cada quien que asuma su responsabilidad», manifestó, si bien consideró que el «perdón» es algo importante y «pudo ayudar mucho».
«Una nueva página»
Estas declaraciones fueron interpretadas de forma positiva por el Gobierno español. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, aseguró durante una comparecencia en el Senado que había «interés de abrir una nueva página». «En los próximos meses, vamos a reforzar mucho las relaciones con México», adelantó.
Días antes, su departamento había concedido finalmente el plácet al nuevo embajador de México en Madrid, después de que se hubiera especulado con que el retraso pudiera ser algún tipo de represalia por la postura crítica con España y con su pasado colonial que ha venido manteniendo López Obrador.
El presidente mexicano anunció en septiembre que el embajador en España sería Quirino Ordaz, gobernador en ese momento de Sinaloa y un destacado dirigente del PRI. No obstante, no fue hasta noviembre, una vez Ordaz había dejado el cargo, cuando se solicitó formalmente a España el plácet para el nuevo embajador.
En cuanto a las reiteradas críticas del mandatario mexicano, el Gobierno ha apostado por minimizarlas, llegando incluso a enmarcarlas en «los debates internos» del país azteca, al tiempo que ha reconocido la importancia de la relación con México, «un socio estratégico».