Alguien que no esconde su ilusión por ser presidente es Silvio Berlusconi, líder de Forza Italia y cuatro veces primer ministro. Es el favorito de Salvini y Giorgia Meloni, líder del ultranacionalista Hermanos de Italia, y cuenta con el apoyo de una parte de los medios y de muchos diputados centristas. Pero pocos en la izquierda estarían dispuestos a votarle y optan por alternativas como Paolo Gentiloni, ex primer ministro y actual comisario de Economía de la UE, o la exministra Rosy Bindi. «Creo que al final el Parlamento no elegirá a un político como presidente, sino a un intelectual, o quizás a un científico», vaticina una diputada de centroderecha.
Aunque en Italia no rige el sistema presidencial de Francia o EE.UU., «el presidente de la República tiene un fuerte poder blando», explica Fedra Negri, investigadora de Ciencias Políticas de la Universidad de Milán. El propio Mattarella no ha dudado en usar sus prerrogativas para designar tres primeros ministros o impedir que un antieuro llegara al Ministerio de Economía. En un país como Italia, donde los gobiernos tienden a ser inestables, el presidente suele tener el destino del país en sus manos.