Una solución duradera para Gaza

Carl Bildt

INTERNACIONAL

MABEL RODRÍGUEZ

Uno de los requisitos es poner fin al bloqueo que ahoga a los habitantes de la Franja

30 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante mucho tiempo, Gaza ha sido uno de esos problemas geopolíticos que todos desearían que, simplemente, desapareciera. Sin duda, Israel preferiría aislar el enclave palestino -tanto de su propio territorio como de su memoria colectiva-. Y, a pesar de las declaraciones ocasionales en sentido contrario, Egipto tiende a pensar de la misma manera. Cada vez que se ha vuelto a hablar sobre la necesidad de buscar la paz en la región, Gaza es, casi siempre, la temática que se relega a un segundo plano.

Es cierto que las agencias de ayuda humanitaria publican regularmente detallados informes acerca de las nefastas condiciones que enfrentan los dos millones de habitantes de Gaza: están atrapados en uno de los lugares más densamente poblados y con menos recursos de la Tierra. Aún así, la audiencia sobre este tipo de situaciones de privación y desesperación tiende a disminuir cada vez que surge una nueva crisis humanitaria en otro sitio que acapara la atención del mundo. La solución duradera para el sufrimiento de Gaza permanece, por tanto, siempre oculta.

El actual estallido de violencia sigue un patrón conocido: Hamás y sus aliados disparan ráfagas de cohetes contra Israel, que responde con oleadas de ataques aéreos. Tras cada uno de esos conflictos, el último de ellos en el 2014, la situación vuelve a su resquebrajado statu quo. La comunidad internacional pronto retorna a actuar con normalidad, la situación humanitaria en Gaza se deteriora aún más y, finalmente, el ciclo se repite.

Cuando visité Gaza a principios del 2009, uno de estos espasmos de violencia acababa de terminar. Tanto militantes extremistas como civiles inocentes habían muerto en Gaza y también hubo civiles bajo bombardeos en Israel. Mientras estaba allí, vi la devastación en las partes más afectadas del norte de la Franja de Gaza y conversé con líderes empresariales palestinos que habían estado tratando de ofrecer esperanza a los habitantes de la zona, construyendo puentes con sus socios en Israel. La futilidad de estos conflictos cíclicos estaba tan clara entonces como ahora.

Mi esperanza esta vez es que tras cesar los cohetes y los ataques aéreos, haya valientes pacificadores que no rehúyan tomar las medidas que sean necesarias para romper con ese patrón de desesperanza. Eso requerirá mucho más que otro alto al fuego. Es necesario que haya un proceso para trabajar por la paz y por alcanzar un arreglo político viable.

Desde el 2007, con el objetivo de poner fin al Gobierno de Hamás, Israel ha impuesto un estricto bloqueo terrestre, aéreo y marítimo en Gaza. El objetivo es loable, pero los métodos han sido contraproducentes y la política en general obviamente ha fracasado. Hamás continúa gobernando y se las ha arreglado para conseguir miles de cohetes. Gaza es ahora un caldo de cultivo para los terroristas, muchos de los cuales tal vez no vean otra opción.

Por supuesto, idear una solución viable no será fácil; pero creo que es posible con un proceso a largo plazo basado en cuatro principios. El objetivo debe ser un tratado que detenga tanto los cohetes como los bombardeos, la excavación de túneles y las matanzas, y que establezca las bases para un acuerdo de paz más completo en el futuro.

Para ello, el primer principio es que el bloqueo debe terminar. Esta política ha destruido la economía de Gaza. Con un comercio exterior prácticamente imposible, el territorio se ha vuelto dependiente del contrabando y esas operaciones están controladas naturalmente por Hamás. El contrabando ha llenado las arcas de esta organización y le ha permitido, además, obtener la mayoría de los artículos que Israel ha estado tratando de bloquear, entre ellos cohetes y componentes para construirlos.

En segundo lugar, se deben abordar las legítimas preocupaciones de seguridad por parte de Israel. Después de todo, ningún país puede tolerar ser objeto de indiscriminados ataques con cohetes. Pero Israel también debe reconocer que su política de defensa inquebrantable ha fracasado. Deberá abrirse más a los esfuerzos de la comunidad internacional, es decir, las Naciones Unidas, la Unión Europea y Estados Unidos, para crear un mejor acuerdo para abordar sus legítimos intereses de seguridad.

En tercer lugar, Gaza debe convertirse en parte de la internacionalmente reconocida Administración palestina. Cualquier paquete de ayudas y fondos para la reconstrucción una vez finalizada la lucha debe estar condicionado a la celebración de elecciones libres y justas en Gaza y en Cisjordania.

Por último, la viabilidad de una solución a largo plazo requiere afirmar el uso futuro de Gaza por parte del Estado de Palestina para acceder al Mediterráneo, que será su principal puerta de entrada al mundo. En consecuencia, Gaza necesitará su propio puerto y aeropuerto, así como una conexión con Cisjordania (dispuesta de tal manera que no amenace la seguridad israelí).

Gran parte del debate se centra actualmente en asignar la culpabilidad por la última ola de violencia y sufrimiento. Un enfoque más constructivo, aunque difícil, sería reconocer que ambas partes tienen razón en aspectos relevantes. Eso permitiría a todos comenzar a centrarse en el objetivo de un acuerdo a largo plazo basado en los cuatro principios descritos anteriormente.

Con eso, la última guerra innecesaria de Gaza finalmente podría conducir a una paz necesaria. Mi esperanza es volver a Gaza algún día y ver a empresarios construyendo negocios y puentes hacia la economía mundial y creando puestos de trabajo para los jóvenes que de otra manera podrían no ver una alternativa al extremismo. Los palestinos y los israelíes no merecen menos.

Carl Bildt es un ex primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Suecia. © 2021 Project Syndicate.