¿Qué ha pasado en Jordania?

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

MOHAMMAD ALI | EFE

10 abr 2021 . Actualizado a las 16:24 h.

El rey Abdalá de Jordania decía el miércoles que el golpe de Estado contra él está ya totalmente desarticulado. Es poco probable que lo esté porque no parece que haya habido tal golpe. No solo no se ha detectado ningún movimiento militar contra el rey, sino que lo que desató la crisis fue precisamente una conversación en la que el jefe del Ejército le pedía al rebelde príncipe Hamzah, hermanastro del rey, que rebajase su protagonismo, a lo que el príncipe respondía que él era el hijo del difunto rey Huseín y que le había prometido a su padre proteger el país. Que esto haya sido suficiente para que salten las alarmas de la monarquía revela lo debilitada que se encuentra y su miedo a la popularidad del príncipe Hamzah (quien, en teoría, tendría que ser el sucesor de Abdalá hasta que este hizo que le pasase por delante su propio hijo).

La debilidad de la monarquía jordana tiene muchos ángulos. La economía va mal, el coronavirus está golpeando al país duramente. Pero, además, Jordania tiene un dilema en el centro mismo de su identidad: es un país compuesto por dos comunidades diferenciadas. Las tribus beduinas del este del país sienten una gran proximidad cultural y política con los países del Golfo y Arabia Saudí; mientras que los jordanos de origen palestino siguen viéndolo todo a través de la óptica del conflicto con Israel. Los equilibrios que el rey Abdalá ha tenido que hacer para mantener unidas estas dos comunidades se expresan hasta en su elección de esposa (la reina Rania procede del Golfo, pero es de origen palestino). Y esos equilibrios se han tambaleado con la política de Trump en Oriente Medio, consistente en propiciar un acercamiento entre Israel, Arabia Saudí y los países del Golfo. Abdalá no puede unirse a ese proyecto, porque pondría en peligro la estabilidad de su país. Esto ha hecho que se deterioren sus relaciones con Israel y Arabia Saudí.

Pero mientras que los israelíes saben que desestabilizar Jordania no les conviene, Arabia Saudí tiene últimamente una política muy agresiva. No está claro que Riad haya intentado derrocar al rey Abdalá esta vez, pero sí que la idea está sobre la mesa. Y, si piensa hacerlo, el príncipe Hamzah sería la figura perfecta para los saudíes. Abdalá no puede permitirse decirlo abiertamente, pero lo ha hecho saber implícitamente: de los veinte detenidos en la «conspiración» contra el rey, solo se ha filtrado el nombre de dos, ambos figuras de peso muy conocidas por su fuerte vinculación con Arabia Saudí. Son detenciones preventivas, por decirlo de alguna manera. La esperanza del rey es, seguramente, que la nueva Administración Biden revierta la política de Trump en Oriente Medio y restablezca el equilibrio de antes. Que lo consiga, es otra cosa. Lo cierto es que Arabia Saudí se ha vuelto más incontrolable que nunca. Mientras tanto, y desgraciadamente para el rey, puede que todo este asunto haya hecho todavía más popular al príncipe Hamzah, que se ha convertido de repente en el polo de atracción de todos los que están descontentos por cómo van las cosas en el reino hachemí. El temor a una conspiración, que en esta ocasión podría haber sido exagerado, podría estar justificado la próxima vez.