Los mexicanos están volviendo a EE.UU.

Michael O'Boyle Maya Averbuch LOOMBERG NEWS

INTERNACIONAL

María Pedreda

La pandemia y la era Biden los empujan de nuevo a dejar a atrás a sus familias

04 abr 2021 . Actualizado a las 09:38 h.

Impulsados por una profunda crisis económica y atraídos por las promesas de una rápida recuperación, tras el paquete de estímulos aprobado por Estados Unidos, un número creciente de mexicanos volvió a dirigirse hacia el norte a través de la frontera.

Desde mediados del 2020, la cantidad de detenciones mensuales de mexicanos en edad laboral que viajan sin hijos ha subido más del doble. Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU., pasaron de menos de 16.000 detenidos -cifra registrada en años anteriores- a alrededor de 40.000, en parte debido a intentos repetidos de pasar la frontera. El 2021 podría acabar con el mayor número de detenidos mexicanos en una década.

El aumento se ha ignorado en gran medida porque la Administración Biden se enfrenta a una ola de niños sin acompañante y familias provenientes de América Central que buscan asilo. Esta afluencia hace aumentar los problemas para el presidente estadounidense, que está buscando una solución a un rompecabezas político de décadas, y acentúa la crisis económica que enfrenta el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, cuyo Gobierno ha hecho poco para amortiguar el golpe del covid-19.

Las detenciones de mexicanos en la frontera habían disminuido abruptamente desde finales de los noventa y principios de siglo, pero volvieron a aumentar en el 2018. Luego, la crisis del coronavirus azotó México, paralizando la economía.

Mientras tanto, EE.UU. aprobó el plan de ayudas de Biden, de 1,9 billones de dólares, y una nueva generación de residentes mexicanos comenzó a sopesar dejar atrás su hogar y su familia.

Los hijos de José Granadino lograron cruzar la frontera. Ramiro, de 20 años, estaba ayudando a pagar su título de Agronomía trabajando como ingeniero de sonido en la casa familiar de Ixmiquilpan, a unas 70 millas al norte de la Ciudad de México. Pero la pandemia acabó con las bodas y las fiestas de quinceañeras, y Ramiro decidió que Estados Unidos era su mejor opción. Se fue en octubre.

Granadino, de 43 años, quien se fue a Florida cuando tenía solo 16 , hizo todo lo posible para desanimar a sus hijos, pero sus tíos en Oklahoma le hablaron a Ramiro sobre la abundancia de trabajo, incluso durante la pandemia, y el joven sobrevivió a un viaje de diez días por el desierto para llegar a su destino. Tan solo un mes después, envalentonado por el éxito de su hermano, el hijo de 23 años de Granadino le siguió. Ahora ambos trabajan en turnos dobles en panaderías y restaurantes en Tulsa.

«Cada vez que hay una crisis económica en Estados Unidos, los trabajadores indocumentados juegan un papel clave en la recuperación, porque son los más baratos de contratar y están dispuestos a trabajar en las condiciones más adversas», explicó Jorge Santibáñez, presidente del Mexa Institute en Washington, que estudia las comunidades mexicanas en EE.UU.

La mayoría de los mexicanos atrapados en la frontera son adultos que viajan sin niños, y el número de intentos múltiples de cruzar ha aumentado considerablemente con respecto a años anteriores. Eso se debe en gran parte a la política estadounidense de enviar a las personas de regreso a México en las horas siguientes a su llegada, en lugar de deportarlas formalmente.

Si bien es imposible realizar un recuento preciso de las personas que cruzan la frontera sin autorización, los datos sugieren que la migración va en aumento, asegura Luis Calva, experto del Colegio de la Frontera Norte en Tijuana. Calva afirmó además que este número «puede acelerarse debido a la crisis económica en México, si la demanda de empleo en Estados Unidos también aumenta».

Las mejores oportunidades en México antes de la crisis, el apoyo financiero de personas que ya estaban en el extranjero, un cambio hacia familias más pequeñas y el aumento del peligro al cruzar habían favorecido la disminución del flujo hacia EE.UU. Pero los cierres motivados por la pandemia hundieron a México en una gran recesión.

El presidente mexicano, López Obrador, se ha negado a financiar importantes estímulos fiscales, argumentando que los rescates otorgados durante las crisis en el pasado fracasaron, ayudando solo a las élites. Así, para aquellos que perdieron sus trabajos, no hubo un programa de emergencia por desempleo. La gran economía informal de los comerciantes callejeros paró, el turismo se marchitó y los trabajos asalariados con beneficios se evaporaron.

En los últimos 30 años, la región de Ixmiquilpan ha sido transformada por la inmigración, que dividió familias y formó nuevas extensiones de comunidades en Estados Unidos. Ahora hay miles de migrantes concentrados alrededor de Clearwater, Florida, cerca de Tampa. La región depende del dinero que ganen y el año pasado las remesas sumaron 160 millones de dólares.

Muchos de los migrantes permanecieron en Estados Unidos solo cinco o 10 años, ahorrando lo suficiente para construir su propia casa en México, comprar un camión y un tractor o comenzar un negocio. Otros se quedaron, dejando en casa campos rocosos salpicados de viviendas al estilo estadounidense a medio terminar o desocupadas, construidas con el dinero enviado a México.

«Consígame un primo suyo o un hermano», dice el empresario 

La pandemia llegó al mismo tiempo que muchos de los hijos de la primera generación de migrantes alcanzaron la mayoría de edad.

El hijo menor de Benigno Nonthe, Lauro, terminó el bachillerato y se fue a EE.UU. hace cuatro meses. A Lauro le gustaba informarse en Internet sobre los ricos y famosos. Leyó la autobiografía de Henry Ford, bestsellers de autosuperación financiera como Padre rico, padre pobre, e idolatraba a Michael Jordan y al multimillonario mexicano Carlos Slim. Los hermanos mayores de Lauro habían conseguido trabajos como profesionales en Ixmiquilpan, pero Lauro quería ser jefe. Su plan era acumular los ahorros suficientes en EE.UU. como para hacer algo grande. Nonthe, que trabaja con un tractor que compró con dinero hecho en Florida hace años, trató de advertir a su hijo de los riesgos, pero él «estaba decidido a tener éxito»,

Nonthe ni siquiera está seguro de en qué estado se encuentra su hijo, pero sabe que ha encontrado mucho trabajo en la construcción. Muchas industrias estadounidenses de bajos salarios donde trabajan los inmigrantes se vieron muy afectadas. Pero la construcción, que depende en gran medida de los migrantes no autorizados, se redujo menos. Así, mientras que el empleo no agrícola cayó alrededor de un 6 % entre febrero del 2020 y febrero del 2021, la construcción cayó solo un 3,8 %.

«Lo que impulsa la migración son las condiciones relativas entre México y Estados Unidos», explicó Brian Cadena, economista de la Universidad de Colorado en Boulder, que estudia la mano de obra inmigrante.

El hambre estadounidense de mano de obra también está creciendo. Santibáñez, del Instituto Mexa, afirma que los empleadores estadounidenses alimentan ese impulso, porque buscan mano de obra que sea «diligente, barata y disponible». «Los negocios que están tratando de recuperarse le dicen al cocinero, al manitas o a un obrero de la construcción: «Consígame un primo suyo o un hermano»». Y eso es lo que hace que las personas se vaya de su país. En México, sin ayudas, «la gente ha tenido que encontrar una forma de ayudar a sus familias», dice el jefe de la oficina de asuntos migratorios de Guerrero, Fabián Morales.

© 2021 Bloomberg. Distribuido por Tribune Content. Traducido por Lorena Maya