Pete Buttigieg y Amy Klobuchar eran dos candidatos venidos del medio oeste y desconocidos para gran parte de los estadounidenses. Su retirada antes del supermartes es un ejercicio de realismo. El exalcalde de South Bend (Indiana) y la senadora por Minnesota se marchan con la cabeza bien alta, después de una más que notable actuación y ante la dificultad de seguir recaudando fondos para sus campañas frente a los pesos pesados del partido.
Con un apellido impronunciable, Buttigieg se convirtió en el primer candidato gay y el más joven de la historia en intentar llegar a la Casa Blanca. A su carisma, se añadía un impresionante currículo: el hijo de inmigrantes que tocaba el piano y hablaba siete idiomas, entre ellos el español, y que combatió en Afganistán. No tuvo reparos en estar acompañado durante toda la campaña por el profesor de secundaria Chasten Glezman, con el que se casó en junio del 2018 en la iglesia de Saint James, en la ciudad de la que era alcalde.
Amy Klobuchar compartía con Buttigieg el perfil de precandidata del medio oeste, representante del ala moderada y haber recibido el respaldo de The New York Times, un doble apoyo sin precedentes en la historia del diario.
La senadora por Minnesota tuvo su momento álgido en las primarias de Nuevo Hampshire, en las que obtuvo un sorprendente tercer puesto y consiguió arrebatarle votos al peso pesado del partido Elizabeth Warren. El extenso currículo de Klobuchar como senadora con credenciales bipartidistas, hacía de ella una candidata con un perfil de valiosa negociadora con capacita de demostrar que podía unir al partido y a la nación.