La reforma de las pensiones de Macron decepciona a los sindicatos

Asunción Serena PARÍS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El primer ministro francés, Edouard Philippe
El primer ministro francés, Edouard Philippe POOL

Las concesiones del Gobierno no logran desactivar la huelga

11 dic 2019 . Actualizado a las 22:11 h.

El Gobierno francés no ha logrado romper la unidad sindical contra la reforma de las pensiones de Macron. El primer ministro, Edouard Philippe, presentó ayer el contenido del nuevo proyecto de ley basado en un solo régimen universal basado en un sistema de puntos, que acabará con los 42 regímenes de pensiones existentes en la actualidad, que varían según las profesiones y si se trabaja en el sector público o en el privado. «Pondremos fin a los regímenes especiales», aseguró Philippe, «lo haremos progresivamente, sin brutalidad».

A partir de ahí comenzó a desgranar los diversos aspectos de un proyecto gradual y con medidas especiales para diversos sectores. Las nuevas reglas no afectarán a los nacidos antes de 1975 (la principal concesión del Gobierno, que quería tomar como año de referencia el de 1963) y la primera generación que entrará de forma directa en el nuevo sistema será la del 2004. Los intermedios vivirán un sistema mixto: se aplicarán las reglas antiguas a los años trabajados hasta el 2025 y a partir de ese año, el sistema de puntos.

A los profesionales liberales, Philippe les prometió que «las reservas seguirán en las cajas de los afectados». Hay reservas financieras de miles de millones de euros y algunos temían que, al crear un solo régimen de pensiones, su dinero iría a parar a un fondo común. Se pone fin al régimen especial de senadores, diputados y ministros. «Los franceses están persuadidos de que disfrutan de privilegios, pero con el futuro sistema serán tratados como el resto de trabajadores», aseguró Philippe.

Se establece una pensión mínima de 1.000 euros a los trabajadores que hayan percibido toda su vida laboral el salario mínimo, y las mujeres tendrán bonificaciones por cada hijo

Línea roja

Todo parecía aceptable, hasta que Edouard Philippe aseguró que «de ninguna manera se modificará la edad de la jubilación», que sigue fijada en los 62 años. «Hay que incitar a los franceses a trabajar más tiempo», dijo, al menos hasta los 64 años para poder construir este nuevo sistema «sobre bases financieras sólidas». Para ello van a instaurar un sistema que penalizará al que se jubile antes de los 64 y premiará al que siga trabajando.

La decepción era evidente en la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), el único en apoyar la instauración de un sistema universal de pensiones. Su líder, Laurent Berger, considera que «han franqueado la línea roja» al retrasar, sin decirlo expresamente, la edad de la jubilación de 62 a 64 años.

Philippe Martinez, secretario general de la CGT, principal opositor a la reforma, ni siquiera se molestó en asistir a la presentación. «El Gobierno se burla de la gente», dijo tras escuchar el discurso del primer ministro, y pidió a los trabajadores del sector privado que se unan a la movilización para lograr un solo objetivo: la retirada de la reforma.

De momento, los sindicatos de transportes no bajan la guardia y el tráfico seguirá  perturbado hoy.