Elecciones en Israel: la quiniela de las coaliciones

alicia medina BEIRUT / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Benjamin Netanyahu
Benjamin Netanyahu Reuters

Distintos pactos pueden llevar al poder al centroderechista Benny Gantz, de Azul y Blanco, y hundir al acutal primer ministro, Benjamin Netanyahu

11 sep 2019 . Actualizado a las 12:18 h.

Los nueve partidos que se prevé ocupen los 120 escaños de la Kneset (Parlamento de Israel) en las elecciones del martes se alinearán para revalidar a Benjamin Netanyahu (Likud) como primer ministro o dar el puesto a Benny Gantz (Azul y Blanco). Estos son los principales actores: 

Likud

Refuerza su apuesta. El Likud, líder de la derecha, ha reforzado su apuesta cooptando al partido de extrema derecha Zehut, para evitar que le arañe escaños estratégicos. Netanyahu se posiciona como el líder que mantiene la seguridad, pero le lastra una posible imputación por tres casos de corrupción.

 AZUL Y BLANCO

Puede ser el más votado. El exjefe del Estado Mayor Benny Gantz encabeza la alianza de centroderecha Azul y Blanco que empató en escaños en las elecciones de abril con Likud (35). Según Arik Rudnitzky, analista del Israel Democracy Institute, «la mayoría de los israelíes son seculares y de centroderecha por lo que si la participación es alta, Azul y Blanco puede ser el partido más votado».  

Israel Beitenu

Apuesta por llegar a 10 escaños. El ultraderechista Avigdor Lieberman (Israel Beitenu) tras negarse en las elecciones de abril a darle el Gobierno a Netanyahu (si este no obligaba a los judíos ultraortodoxos a servir en el Ejército), se ha convertido en el abanderado del sector secular y se prevé que obtenga 10 escaños. 

Judaísmo unido

Fiel apoyo de Netanyahu. Los dos partidos Judaísmo Unido por la Torá (askenazíes) y Shahs (mizarhi) son un fiel apoyo de Netanyahu y se estima que alcancen 13 escaños. 

Yamina

Exministra de Justicia, nueva rival. Tras desavenencias personales con Netanyahu, la exministra de Justicia Ayelet Shaked rivaliza con el primer ministro con Yamina, alianza de extrema derecha y judíos ortodoxos que se estima conseguirá 10 escaños. 

Lista conjunta

La Lista Conjunta representa a los cuatro partidos árabes y si movilizan a su electorado podrían convertirse en la tercera fuerza política. Sin embargo, el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Haifa, As’ad Ghanem, vaticina una baja participación: «La mayoría de árabes [en Israel] han perdido su confianza en la Lista Conjunta por sus luchas internas».

Izquierda

El partido Laborista, de centro-izquierda, tras cosechar el peor resultado de su historia en abril (6 escaños) se ha aliado con el partido de centro-derecha Gesher. Por su parte, varios partidos de izquierda se han aliado en el Campo Democrático, y se calcula que alcancen 7 diputados.

Danza de las coaliciones

Gobierno de unidad nacional. En las pasadas elecciones, el cisma entre la derecha secular y ultraortodoxa impidió a Netanyahu formar Gobierno. Para salvar este escollo, según el analista Arik Rudnitzky, «está sobre la mesa» un posible Gobierno de unidad nacional (Likud, Azul y Blanco y posiblemente Israel Beitenu). Sin embargo, la figura de Netanyahu es un obstáculo para Azul y Blanco, partido que «estaría dispuesto a unirse con Likud, pero no con Netanyahu», dice Rudnitzky. 

Lieberman

Pieza clave. El profesor Ghanem también ve posible esta opción ya que Lieberman «no quiere coaligarse con los partidos ultraortodoxos ni con los árabes». Lieberman puede convertirse una vez más en la pieza clave para decidir la formación de Gobierno. El posible entendimiento entre la extrema derecha con la alianza centrista no sorprende tanto a los analistas. 

Otra posible coalición

Azul y Blanco con la Lista Conjunta. Para Rudnitzky, otra clave reside en si Azul y Blanco se acerca a la Lista Conjunta, aunque parece complicado, ya que el anuncio del líder de esta, Ayman Odeh, de estar abierto a entrar en una coalición con Benny Gantz no fue bien recibida ni por su coalición ni por el partido de este último. Aunque sea una opción a priori poco viable, Ghanem opina que una mayor participación de la población árabe en la política «es un paso en la buena dirección; ya es hora de pasar de hacer declaraciones a formar parte del proceso de decisión».