El futuro de Cuba y la crisis venezolana

Julio Á. Fariñas A CORUÑA

INTERNACIONAL

A lo largo de las dos últimas décadas el chavismo ha venido jugando un papel determinante en el sostenimiento del régimen cubano. Con el paso de los años los cubanos se han convertido en la gran pesadilla de la inmensa mayoría de los venezolanos y en la actualidad son el principal sostén de la tiranía de Maduro.

24 mar 2019 . Actualizado a las 17:33 h.

Esta simbiosis entre el castrismo y el chavismo, hasta la fecha, ha redundado en beneficio mutuo de ambos regímenes. La llegada de Chávez al poder en el año 1998, hizo factible la supervivencia del régimen liderado por los hermanos Castro tras una década de Periodo Especial, o lo que es lo mismo: penuria derivada de la desaparición de la Unión Soviética que se había convertido en el gran mecenas de su régimen tras el bloqueo decretado por Estados Unidos al poco tiempo del triunfo de la revolución en el año 1959. Según estimaciones oficiosas -el dato nunca se hizo público oficialmente- Cuba le costaba a Moscú unos 5.000 millones al año.

Desde el primer momento Cuba también se posicionó como la pieza clave para la supervivencia del chavismo. El viejo Fidel no tardó en convertirse en la mente pensante del  joven Hugo Chávez y no solo le contagió su fobia hacia el imperialismo yanky, sino que le instruyó sobre cómo parar el desgaste sufrido tras los primeros años de gobierno. Él le marcó las pautas de cómo enfrentarse al referendo revocatorio del 2004, a golpe de talonario, invirtiendo en las misiones, unos servicios sociales que en los países desarrollados presta el Estado de forma reglada a toda la población, pero que en Venezuela revistieron desde el primer momento un claro sesgo partidista y fueron de gran utilidad para captar y fidelizar el voto popular.

Para poner en práctica eso que bautizaron como Socialismo del siglo XXI, los Castro pusieron a su disposición mano de obra altamente cualificada: más de 40.000 personas emigraron a Venezuela, la mayoría médicos, enfermeros y entrenadores deportivos, pero también otro tipo de profesionales, expertos en el manejo de los diferentes servicios de documentación y en tareas de inteligencia que incluyen el primer cordón de seguridad de la presidencia de la república.  

Por estos servicios Venezuela paga entre 1.500 y 4.000 dólares  de los que solo 100 van a sus bolsillos, el resto va a parar directamente a las arcas de la hacienda pública cubana. Todo ello a cuenta del petróleo enviado a la isla -entre 53.000 y 120.000 barriles diarios- que se factura a precio de amigo -la mitad del vigente en cada momento en el mercado internacional- y los excedentes del consumo interno el gobierno de la isla reexporta  a precios de mercado.

Se fue Chávez al otro mundo, no sin antes encomendar su revolución bolivariana a Nicolás Maduro, el ex conductor de metrobús que, según se cuenta, era el preferido de La Habana, porque allí se había adoctrinado políticamente. Desde entonces todo ha ido a peor en Venezuela.

A la drástica caída de los precios del petróleo -el motor de la revolución-, y a la desastrosa gestión de la crisis consiguiente por el gobierno del ungido, se le sumó la llegada a principios de este año del milagroso ciclón Guaidó que reactivó los ánimos de la inmensa mayoría de los venezolanos que sobreviven a la tragedia que vive un país desabastecido, hambriento y ahora también a oscuras.

Pero, ¿cómo afecta la actual coyuntura a los sufridos ciudadanos que llevan más de medio siglo soportando a los sostenes de la cleptocracia venezolana? Según los datos que recoge un informe de The Havana Consulting Group, una consultora especializada en la economía y el mercado cubano, que se ha dado a conocer la semana pasada,Cuba está a las puertas de un nuevo Período Especial. «El soporte financiero que la isla venía recibiendo de Venezuela hoy es prácticamente insignificante, dado el colapso total del país suramericano», concluye el informe tras apuntar que el intercambio comercial entre ambos países que logró llegar a los 8.500 millones  de dólares en 2012, hoy apenas alcanza los 2.000 millones, lo que supone una caída del 74 %.

Todo ello se suma al estancamiento que ha tenido la industria turística cubana en general,  con la disminución de los principales mercados emisores de turistas: Canadá, Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Francia, España e Italia. El impacto económico de esta caída del turismo se tradujo en una pérdida estimada  de 1.283 millones de dólares.

Según el citado informe la economía cubana no ha colapsado gracias al exilio cubano, un 90% del cual se asienta en Estados Unidos y aporta anualmente alrededor de 7.000 millones de dólares entre remesas en efectivo y en mercancía.

La crítica situación de la economía de la isla es la gran baza que tiene en su mano Donald Trump para forzar a La Habana a retirar el apoyo que le están prestando al régimen de Maduro. Según los expertos, sólo con reducir los viajes de los exiliados y las remesas a Cuba a los niveles de la era de Bush -un viaje cada tres años y el envío de solo 300 dólares cada tres meses-, ya sería catastrófico para la economía cubana.

Por lo de pronto, el pasado lunes Mike Pompeo anunció que mantendrá suspendido durante un mes más el título III de la Ley Helms-Burton, sancionada en 1996, que impide a los cubano-estadounidenses reclamar ante cortes de Estados Unidos propiedades que les fueron expropiadas tras las Revolución cubana, pero aclaró en su comunicado, sí se podrán interponer demandas contra las compañías que se encuentran en la lista negra del gobierno norteamericano. En esa lista negra de EE.UU. figuran entidades que están bajo el control de la inteligencia cubana, de las Fuerzas Armadas o efectivos de seguridad, así como el personal que establece transacciones financieras directas que podrían dañar al pueblo cubano. También aparecen instituciones como el Ministerio cubano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior; así como gran cantidad de hoteles, como la cadena cubana de establecimientos turísticos Gaviota y establecimientos de ese grupo, como el Meliá Marina Varadero.

Según Emilio Morales, director de The Havana Consulting, «de aplicarse el Capítulo III de la Ley Helms-Burton, el mercado cubano se convertiría en un campo minado que habría que saber caminar con extremo cuidado para no sucumbir a un posible litigio en cortes norteamericanas. La mayoría de los sectores claves de la economía cubana se verían afectados: turismo, níquel, industria azucarera, agricultura, infraestructura aeroportuaria y portuaria, entre otros. Sólo el  sector turístico cubano podría tener en el presente año pérdidas estimadas en 1,3 billones de dólares. El arribo de turistas se estima pueda caer un 31,56%, lo cual significaría 1.493.581 turistas menos que en 2018. Esto sería un duro golpe para la economía del país».

¿Estarán dispuestos Raúl Castro y Díaz-Canel a pagar una factura de tal magnitud por seguir apuntalando a Maduro? That is the question.