Los jóvenes belgas pretenden revisar el legado del sanguinario rey Leopoldo II La comunidad congoleña de Bélgica, que representa el 60 % de los 250.000 africanos que residen en el territorio, creen que el país todavía tiene que ajustar cuentas pendientes con su pasado. No quieren que las nuevas generaciones olviden la historia y exigen un ejercicio de revisión para que no se siga blanqueando la imagen de genocidas como Leopoldo II. El rey belga fue responsable de la muerte de millones de personas en sus plantaciones de caucho, donde se convirtió en norma la amputación de extremidades como castigo por no alcanzar la cuota fijada. Se acepta que su reinado constituye el trasfondo de El corazón de las tinieblas, la novela de Joseph Conrad que mejor refleja la brutalidad colonial.
Los vínculos del monarca con el esclavismo no fueron un obstáculo para que las autoridades belgas le erigieran una estatua en el señorial Boulevard du Regent. El debate sobre su retirada hierve con posiciones encontradas desde hace años. Mireille-Tsheusi se conformaría con que se explicase en una placa quién fue y qué hizo: «Defendemos la memoria inclusiva», sostiene. Bruselas ha dado un primer paso reconociendo el legado y la lucha de Patrice Lumumba. Su sociedad está cambiando. «Este es un bonito homenaje para ese gran hombre», celebró ayer el alcalde de Bruselas, Philippe Close, poniendo el broche a un día histórico para Bélgica.