Situación límite en el Egeo

Patricia Alonso ESTAMBUL / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El mensaje nacionalista contra Atenas beneficia a un Erdogan en campaña electoral
El mensaje nacionalista contra Atenas beneficia a un Erdogan en campaña electoral KAYHAN OZER

Temor a que la tensión entre Grecia y Turquía en la frontera aérea y marítima derive en un conflicto armado

05 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Grecia y Turquía llevan meses enfrascados en una escalada de tensión en el Egeo, con incursiones aéreas y encontronazos marítimos continuos. Un peligroso juego que eleva el peligro de provocar una guerra que nadie quiere. El último incidente tuvo lugar ayer en el mar, con el encontronazo entre un barco mercante turco y un buque de guerra griego cerca de la isla de Lesbos. El mercante Karmate abordó el cañonero Armatolos, según la Armada helena, para después acelerar y adentrarse en aguas turcas ignorando los mensajes de radio de los griegos. El choque, que se saldó sin heridos, es el segundo de estas características en lo que va de año.

Las relaciones entre Grecia y Turquía nunca han sido fáciles, tras la convulsa historia que comparten tras la Primera Guerra Mundial. A punto estuvieron de tomar las armas en 1974, por la ocupación turca en Chipre, y en 1987, por los derechos mineros en el Egeo. La última fue en 1996 por un islote griego en el que, como Perejil, solo habitan cabras. A pesar de que ambos son aliados de la OTAN, Atenas y Ankara juegan peligrosamente con una pelea, alimentada por los populistas a ambos lados, que se les puede ir de las manos.

La crisis actual comenzó con la negativa de Grecia a extraditar a ocho soldados turcos que desertaron tras la intentona golpista de julio del 2016. Recep Tayip Erdogan echó en cara a Atenas que no tuviera, en cambio, problemas en devolver a Turquía a los miles de refugiados sirios que se dirigían a la Unión Europea.

Incidentes

Desde entonces, ha sido un choque tras otro. En marzo, dos soldados griegos fueron detenidos por Turquía por cruzar la frontera durante una patrulla. Los griegos dicen que fue un accidente, pero Ankara asegura que es un acto de espionaje que debe ser llevado ante la Justicia.

A principios de abril, un piloto griego falleció al estrellarse su caza cuando regresaba a la base tras interceptar una intrusión turca en el espacio aéreo griego. Según Atenas, solo el mes pasado el país vecino violó su espacio más de 30 veces. Una semana después dos cazas otomanos acosaron al helicóptero en el que viajaba el primer ministro Alexis Tsipras. Entonces, el ministro de Defensa heleno, el nacionalista Panos Kamenos, decidió desplegar 7.000 soldados en las islas del este del Egeo. Ömer Çelik, ministro turco para la UE, calificó a Kamenos «político de risa» y aseguró que la decisión era una provocación.

Aunque un ataque directo no interesa a ninguno de los dos países, las tensiones continúan aumentando. A poco más de un mes de las elecciones presidencialistas turcas, el enfrentamiento con Occidente beneficia al Gobierno islamista de Ankara. Algo parecido ocurrió durante la campaña al referendo constitucional del 2017 cuando Erdogan acusó a los países europeos de «nazis» y de atacar a su país después de que Holanda y Alemania prohibieran la celebración de mítines.