En busca de un objetivo

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

14 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Los misiles llegarán. Puede ser pronto o puede no ser pronto», decía el miércoles Donald Trump en un tuit muy poco informativo. Pero él, y todo el mundo, sabe que, si no es pronto, los misiles no llegarán. La eficacia de un ataque de represalia, su lógica, incluso su legalidad, dependen de que se ejecute inmediatamente después del hecho que se pretende castigar -en este caso, el posible uso de armas químicas por parte del Gobierno sirio en la localidad de Duma el pasado sábado-. Si se dejan transcurrir los días, la intervención se irá volviendo más improbable.

¿Qué es lo que está frenando a Washington? No son las dudas sobre si en Duma se ha empleado gas nervioso o no. Una de las amargas lecciones de la guerra de Siria es que esta clase de acusaciones ni pueden ser verificadas ni refutadas convincentemente y, aunque hoy se supone que llegan a Duma los expertos para hacer un estudio forense, pasadas experiencias nos dicen que su informe final tardará y estará lleno de vaguedades. Otra cosa sería una novedad. Lo que detiene a Estados Unidos, de momento, son una certeza y una incertidumbre. La certeza es que, bombardee lo que bombardee, ya no va a caer el régimen de Bachar al Asad, sino que, como mucho, se prolongará algo más la guerra. La incertidumbre es si Rusia, que tiene personal militar en las bases sirias, cumplirá su promesa de interceptar los misiles norteamericanos e incluso contraatacar sus bases de lanzamiento. No es lo esperable, pero es un riesgo.

Como siempre en estos casos, la opción más probable, por ser la menos comprometida, es una destrucción limitada: el centro de mando implicado en la batalla por Duma o la base aérea de la que salieron los helicópteros que supuestamente lanzaron el gas. Eso fue lo que se hizo el año pasado ante un caso similar en Jan Sheijún, al norte del país. Pero aquello resultó en un fiasco para Washington ya que la base aérea atacada volvió a funcionar a las pocas horas. Y, además, Duma está al lado de Damasco, donde posiblemente se encuentren el centro de mando y la base relacionadas con este ataque. Bombardear la capital es una decisión considerablemente más grave y sus consecuencias, incontrolables.

Trump y sus asesores necesitan tiempo para encontrar un objetivo que sirva a sus propósitos: que sea espectacular y que le duela al Gobierno sirio, pero que no desestabilice a Rusia y ponga al mundo al borde de una guerra mundial. La visita de los expertos del OPAQ (Organización para la Prohibición de las Armas Químicas) les proporciona el tiempo que necesitan para tomar una decisión. Pero ninguna decisión, salvo abstenerse de atacar, puede librarse de esa incertidumbre. Mientras tanto, habrá unos días de turbulencias y declaraciones altisonantes por parte de los diplomáticos de Washington y Moscú para mantener la tensión en alto.