Kuczynski se mantiene en el poder a cambio de indultar a Fujimori

Milagros L. de Guereño LA HABANA / COLPISA

INTERNACIONAL

MARIANA BAZO | Reuters

Su decisión divide al país y abre una crisis política de resultado impredecible

26 dic 2017 . Actualizado a las 15:26 h.

Pedro Pablo Kuczynski indultó a Alberto Fujimori solo tres días después desde que la izquierda antifujimorista y la disidencia en el clan fujimorista lo salvaran de ser destituido por corrupción en el escándalo Odebrecht. El indulto al encarcelado expresidente divide a Perú y abre una nueva crisis política con resultado impredecible para Kuczynski y su partido, que tiene por siglas sus iniciales PPK. La medida había sido, al parecer, acordada con Kenji, hijo menor de Fujimori, quien junto con otros nueve diputados prefirieron llevar al fundador del movimiento político de vuelta a casa en vez de sumar una victoria para su partido, liderado por su hermana Keiko. Las reacciones generaron protestas, algunas celebraciones y las primeras renuncias en el oficialismo.

En la Nochebuena, el PPK convocó de urgencia a su Gobierno para tratar la petición de clemencia (planteada desde el 2016) del exmandatario. Kuczynski escuchó las razones de los médicos, quienes aseguran que su salud había empeorado, y decidió dejarlo libre -y a otros siete presos enfermos- tras cumplir solo ocho de los 25 años de prisión a los que fue condenado como autor mediato de la muerte de 25 personas en dos matanzas del grupo militar encubierto Colina en Barrios Altos (1991) y en La Cantuta (1992), así como por los secuestros del empresario Samuel Dyer y el periodista Gustavo Gorriti durante el autogolpe que protagonizó en abril de 1992. Además, la Justicia encontró al primer presidente de origen japonés de Perú culpable de otros delitos menores cuyas penas son menores de los ocho años que ha permanecido preso.

El indulto a Fujimori tuvo respuesta inmediata. Decenas de manifestantes salieron a las calles en Nochebuena y fueron dispersados con gases lacrimógenos y balas de goma, pero volvieron a marchar ayer para repudiar en conjunto la decisión, considerada una traición por gran parte de la sociedad peruana.

Dos de sus congresistas, Alberto de Belaunde y el portavoz del partido Vicente Zeballos anunciaron su renuncia por un indulto que no es humanitario sino político y desconoce los mandatos de la corte interamericana.

GUADALUPE PARDO | Reuters

La bancada de la segunda fuerza política del Congreso queda con 16 escaños o menos si, como se anticipa, otros diputados siguen su camino. La fujimorista Fuerza Popular mantiene 71 escaños. Sin embargo, no se descarta la división de las facciones que lideran Keiko y Kenji. Si Keiko, aparentemente, es más reticente a la influencia paterna, Kenji se plegó a la estrategia del patriarca a favor del indulto que hubiera sido imposible con el PPK destituido. 

División en el país

Kuczynski fue preparando el terreno el viernes. «Ningún Gobierno podrá hacer realidad las legítimas aspiraciones de todos los peruanos si mantenemos el ambiente polarizado y hostil en el que vivimos hoy», dijo. Keiko expresó la «gran alegría para nuestra familia y por supuesto para el fujimorismo». Pero Milagros Salazar, una de las portavoces de Fuerza Popular, calificó de «lamentable» que el PPK «haya canjeado permanecer en el cargo por un indulto». En cambio, otro de los voceros, Héctor Becerril, fue más cauto al confiar en que sirva «para cerrar heridas» y alegrarse de que «Fujimori está en libertad». Por su parte, la congresista de Nuevo Perú, Marisa Glave, denunció el «pacto de impunidad» y dijo que el PPK debe «responder directamente a los familiares de víctimas de Fujimori y Colina».