Paco Jémez: «Entre gritos y cristales, solo piensas en correr y estar a salvo»

Alexandre Centeno Liste
Alexandre Centeno REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

El técnico español relata su experiencia durante el seísmo y cómo colaboró después en el reparto de comida

22 sep 2017 . Actualizado a las 07:45 h.

Su metro ochenta y su fuerte carácter se vinieron abajo cuando el suelo empezó a crujir, las paredes a moverse y los cristales a romperse. Paco Jémez (Gran Canaria, 1970), entrenador del Cruz Azul de la capital mexicana, estaba almorzando en el hotel con su equipo cuando se produjo el seísmo del pasado martes. Han pasado dos días, que ha dedicado a colaborar con los afectados, pero todavía no se le ha ido la sensación de miedo.

-¿Cómo lo vivió?

-Demasiado cerca. Era la primera vez que me tocaba tan fuerte. No es nada agradable. Desde que empezó, hasta que salimos del hotel, se me hicieron los cincuenta metros más largos de mi vida.

-¿Qué se le pasa a uno por la cabeza en esos instantes?

-Absolutamente nada. La sensación era muy mala. Allí estábamos, entre gritos y cristales y solo piensas en correr y estar a salvo. Es que fue todo muy rápido, porque al haber sido el epicentro tan cerca, no dio tiempo a que sonaran las alarmas de prevención. Te dicen que hay que mantener la calma, pero es imposible. Es normal que el pánico se apodere de todo el mundo.

-¿Dónde se protegió?

-En medio de la calle, en donde ves que hay un lugar más o menos seguro, en el que no te va a pillar en caso de desplome de algún edificio. Eramos miles de personas allí apiladas en mitad de la calle.

-¿Vio derrumbarse algún edificio?

-No, porque dentro de todo el miedo que se pasa porque nunca sabes cómo puede acabar, la zona en la que yo estaba es bastante segura. Está sobre roca volcánica, que es muy dura, y se transmiten menos las vibraciones. Casi todo México está construido sobre un lago y de ahí viene parte del problema.

-La familia lo viviría incluso peor.

-La familia, con mucho miedo. Además, coincidió que yo no tenía el móvil encima, porque habíamos bajado a almorzar. Así que hasta unas dos horas después, que nos permitieron volver a entrar en el hotel e ir a las habitaciones, no pude llamar. Solo pude mandar un mensaje de texto con otro teléfono que me dejaron.

-Y al día siguiente, se puso a repartir alimentos.

-Sí. Fue un poco casualidad. Acudí a la plaza de toros que hay al lado de nuestro campo para llevar comida, ropa, biberones, chupetes... Y, una vez allí, me comentaron que había poca gente para echar una mano a la hora de distribuir todo eso. Así que no me lo pensé dos veces y me puse a ello. Era mucha la necesidad que había y estuve diez horas colaborando en lo que pude. Había mucho que repartir, porque el pueblo mexicano si tiene algo es que es muy solidario.

-Ha vivido tres seísmos en pocas semanas, ¿se ha planteado regresar?

-Rotundamente, no. De momento, no es algo que se me pase por la cabeza. Hombre, si en los próximos días nos llevamos otro susto de estos, pues habría que pensárselo, Pero no me gustaría.