Exige a Trump que no interfiera en la política de la Unión
11 feb 2017 . Actualizado a las 09:58 h.Las relaciones entre la Unión Europea y EE.UU. nunca han sido fáciles. El cambio de sillas en la Casa Blanca ha legado administraciones más o menos cercanas a los aliados del Viejo Continente en las últimas décadas. A pesar de todas las tiranteces, ningún presidente había sido capaz de levantar tantas ampollas como Donald Trump.
El magnate, no contento con provocar a Bruselas celebrando la victoria del brexit, ha emprendido una campaña de hostilidades para medir la resistencia de sus otrora amigos y hoy rivales.
Por eso no había demasiadas esperanzas depositadas en la misión que estos días ocupó a la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, inmersa en una maratón de reuniones en EE.UU. La italiana tenía la misión de amansar al nuevo equipo ejecutivo, pero se ha encontrado con un muro diplomático en Washington. Ya no hay posibilidades de mantener una relación de complicidad con el socio norteamericano, a pesar de los deseos de la UE de mantener una «relación longeva».
«Somos conscientes de que el enfoque ahora es transaccional y pragmático», aseguró Mogherini tras su encuentro con el secretario de Estado, Rex Tillerson, el asesor de seguridad Michael Flynn, y el asesor presidencial y yerno de Trump, Jared Kushner. En otras palabras, los contactos a partir de ahora se ceñirán a lo justo y necesario. «Hay muchos asuntos en los que la UE y EE.UU. tienen interés en cooperar de cerca», trató de salvar la italiana sin hacer alusión a las visiones contrapuestas del mundo que tienen la UE y la Administración Trump.
Será complicado trabajar en dosieres como la crisis migratoria, los conflictos en Oriente Medio o el desafío ruso. Mucho más, después de la imposición del veto migratorio a los nacionales de siete países musulmanes. La jefa de la diplomacia europea criticó con dureza la medida, pero se mostró todavía dispuesta a tender la mano «sobre la base de nuestros valores y principios».
Está por ver cuánto tiempo se mantiene en pie la oferta. Hasta ahora la UE ha aguantado los embates de Trump, quien apuesta abiertamente por la ruptura del bloque. Las muestras de afecto y apoyo a los eurófobos que hostigan a las instituciones europeas son un motivo de profunda preocupación para Bruselas. Mogherini no dudó en hacérselo saber a sus interlocutores estadounidenses a los que exigió mantenerse al margen. «Puede que esto ocurra en otras partes del mundo, pero nunca se verá a Europa hacerlo. Los europeos esperan que EE.UU. no interfiera en su política», incidió la italiana.
«No debemos ser ingenuos y pensar que todavía seguimos siendo amigos», advirtió ayer el líder de los liberales en el Parlamento Europeo, Guy Verhofstadt. El comisario de Economía, Pierre Moscovici, pidió «mantener la sangre fría» y prefirió no dedicarle ni un calificativo a Trump. «Está demostrando ser el presidente que dijo que sería», aseguró al diario Le Soir. En la otra orilla ideológica el sentimiento es parecido. El presidente de la Eurocámara, el conservador Antonio Tajani, dijo que EE.UU. es «el amigo más importante» que tiene la UE pero recordó a su presidente que ser amigos no significa acatar órdenes. «Un amigo es un amigo y no un jefe», declaró.