La derecha francesa busca líder

ALEXANDRA FERNÁNDEZ PARÍS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

CHRISTOPHE ARCHAMBAULT

Juppé, Sarkozy y Fillon pugnan en las primarias por un liderazgo sin favorito claro

20 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Por el momento, los sondeos están de acuerdo: Marine Le Pen llegará sistemáticamente a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2017. El último estudio, publicado el 13 de noviembre por el instituto el Instituto de Ciencias Políticas de París indica que la candidata del Frente Nacional saldrá victoriosa en la primera vuelta, cosechando entre un 29 % y 27 % de los votos. Sus opciones de ganar se reducen tan solo si se enfrenta a Alain Juppé, favorito de las elecciones primarias de Los Republicanos cuya primera vuelta se disputa hoy. Si, por el contrario, Nicolás Sarkozy ganara esas primarias de la derecha, Le Pen tendría asegurado pasar en primer lugar a la segunda vuelta.

Sin embargo, el efecto Trump ha sacudido la confianza de los franceses en los sondeos. Su victoria, contra todo pronóstico, podría repetirse en Francia con el Frente Nacional. La derecha tradicional busca ahora un líder que frene su imparable avance, sin caer en la trampa de acercarse demasiado a la extrema derecha en un intento de seducir a su electorado, pero con un perfil propio capaz de movilizar a las bases más tradicionales. 

Alain Juppé parecía hasta ahora el elegido para la tarea. Desde el anuncio de su candidatura, en marzo, el alcalde de Burdeos se ha situado entre el 35 % y el 41 % en las encuestas. Para las presidenciales de 2017, Juppé llega en primer lugar en la primera vuelta sin importar la hipótesis de candidatos: 36 % contra François Hollande, 34 % contra Manuel Valls, que no ha oficializado su candidatura y 31 % contra Valls y Emmanuel Macron. En esta última hipótesis, Marine Le Pen sale con más fuerza contra Juppé, recortando distancias hasta quedarse a tan solo 4 puntos de distancia. El exministro de Economía de Hollande ha desestabilizado las previsiones tanto para las primarias de la derecha como para las presidenciales. La razón: Macron representa una opción para los votantes de centro-izquierda que, sin él, estaban preparados para votar por Juppé, el candidato de la derecha más al centro, como una especie de mal menor dentro del abanico de posibilidades que ofrece el panorama electoral. Una vez que el exbanquero de Rothschild confirmó su candidatura el pasado jueves, la fragmentación del centroizquierda en detrimento del ex primer ministro de Chirac podría beneficiar a Le Pen. El movimiento ha puesto en jaque la estrategia de Juppé, que buscaba recuperar los votos de los decepcionados del hollandismo.

Por otro lado, Nicolás Sarkozy no ha logrado moverse de la segunda posición en la carrera por las primarias. Su estrategia, al contrario de la de Juppé, se centró en seducir a los votantes del Frente Nacional, ofreciendo una línea política similar a la de Le Pen aunque ligeramente más moderada.  Para ello, el expresidente no ha dudado en acercarse peligrosamente a la derecha más conservadora, negando el cambio climático, defendiendo la limitación del derecho de suelo y la suspensión de la reagrupación familiar de refugiados, además de contribuyendo a la demonización de los medios de comunicación. Según una encuesta realizada a principios de septiembre por el instituto IFOP, su estrategia le ha dado resultado: el 13 % de los franceses preparados para votar en las primarias aseguraron haber elegido a Le Pen en 2012. De ellos, el 40 % se muestran a favor de Sarkozy. Sin embargo, no le ha rendido lo suficiente como para presentar una amenaza para Le Pen en la primera vuelta. En todas las hipótesis posibles, la líder del Frente Nacional le llevaría entre 7 y 8 puntos de ventaja.

El leal Valls se perfila como el aspirante de los socialistas frente al traidor Macron

Mientras continúa jugando su carta de lealtad a François Hollande (la de traidor se la deja convenientemente a Emmanuel Macron), Manuel Valls, no renuncia a dar una imagen de candidato. El pasado viernes, durante un desplazamiento en Berlín, el primer ministro enunció en una conferencia las cualidades que, para él, debe tener el mejor candidato para eliminar las aspiraciones de victoria de Marine Le Pen. «Es aquel que permita preservar el modelo republicano francés, un modelo que reposa sobre la autoridad y la buena voluntad a la vez», respondió antes de incluir una última condición: «decir las cosas».

El primer ministro ha hecho del «parler-vrai» [hablar claro], una de sus marcas de fábrica, junto a la lealtad a las autoridades y respeto a las instituciones. Valls no nombró a ningún candidato que poseyera dichas cualidades y poco después de finalizar su enumeración añadió: «Pero me voy a parar, porque estoy describiendo un perfil y me arriesgo a tener problemas», dijo entre risas, consciente de que su exposición caía en el autorretrato. Hollande deberá anunciar en menos de un mes si se presenta candidato a las primarias de la izquierda o no. De no hacerlo, Valls podría tener la puerta abierta a la candidatura del Partido Socialista. «Hollande se ha confundido de enemigo», afirma una fuente del Elíseo. «Valls ahora es el hombre fuerte. Y él será el traidor».