Juncker le hace un guiño a Putin

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INTERNACIONAL

CUGNOT MATHIEU | EFE

Rompe el cerco diplomático a Rusia tras la invasión de Crimea y prevé visitar el país

31 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Además de su dilatada experiencia, quizá la mayor ventaja que tenía Jean-Claude Juncker para ser presidente de la Comisión Europea era su personalidad. A veces criticable, en ocasiones discutible, pero siempre muy fuerte. Y si a esto se suma que está cumpliendo su último servicio político, que ya está de vuelta de casi todo, el resultado es que dice y hace lo que piensa en cada momento. Quizá con estas claves se entienda mejor la próxima y polémica visita que hará a la Rusia de Vladímir Putin, uno de los grandes enemigos de la UE desde que en marzo de 2014, se anexionó de forma ilegal la península ucraniana de Crimea. Desde entonces, la guerra fría continúa, aunque ya en fase en deshielo.

Hace días que se venía hablando de la posible visita de Juncker ya que, de consumarse, sería la primera que un gran líder de las instituciones comunitarias acudiría a Rusia desde la crisis de Crimea. Mucho se ha escrito de las supuestas presiones que estaba recibiendo desde EE.UU. o de los Estados del Este para que no hiciera el juego a Putin cuando la UE debe decidir en julio si renueva o no las sanciones impuestas en su día a Moscú. Europa está dividida sobre qué hacer y Juncker, precisamente, es uno de los partidarios del entendimiento.

Al final, el presidente de la Comisión irá. Así lo confirmó ayer su portavoz, Margaritis Schinas, quien aseguró que, tras ser invitado al Foro Económico Internacional de San Petersburgo el 16 de junio, Juncker aprovechará la oportunidad para exponer a los líderes rusos y a una audiencia más amplia la perspectiva europea sobre el estado actual de las relaciones entre la UE y Rusia. A su juicio, la Comisión no considera que la visita sea «incoherente» con la postura que los Veintiocho vienen mostrando de forma «unánime» sobre las sanciones.

Dudas sobre la foto

Schinas, en este sentido, recordó que hace unos días el G-7 había sido muy claro al recordar que cualquier cambio llegará siempre que Rusia cumpla de forma íntegra los acuerdos de Minsk. Confirmada la visita, una de las dudas es saber si Juncker aceptará hacerse una foto a solas con Putin en un encuentro particular. Su portavoz lo dejó en el aire al señalar que «obviamente se van a ver porque están en el mismo acto, pero la agenda todavía no está cerrada».

Desde Moscú, por su parte, se mantenía una actitud algo pragmática. «Yo no me dejaría llevar por la euforia y no buscaría en cada paso una señal de cambio. Esto no se puede hacer en una noche», dijo Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin. No obstante, sí dejó entrever que algo parece estar cambiando. «El aspecto más positivo es la aparición de la voluntad y el deseo de dialogar sobre asuntos en los que existen discrepancias profundas».

Más allá de las declaraciones, está claro que el hecho de que Juncker decida viajar a Moscú es un guiño a Putin y un hecho de enorme distensión para intentar aparcar un conflicto que en la UE aflora muchas pasiones por la vehemencia de los socios del Este hacia el Kremlin. Ayer, sin ir más lejos, el ministro de Exteriores de Lituania, Linas Linkevicius, cuestionaba esta decisión. «Una visita a este nivel lleva implícito una alto valor simbólico. No veo razones por las que necesitemos demostrar a Rusia que estamos buscando un contacto», recalcó.