Jan Jambon, el ultraderechista que juega a ser ministro de Interior belga
INTERNACIONAL
Al pasado turbio del nacionalista flamenco se suman su incontinencia verbal
15 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.«¿Ya la ha vuelto a liar?», pregunta un conocido al comentar con él la última salida de tono del ministro del Interior belga, Jan Jambon. La sensación de dèjá vu no le extraña a nadie. El nacionalista flamenco ha inmunizado a la opinión pública con sus polémicas. A su pasado turbio se le suma la bochornosa incontinencia verbal de la que hace gala cada vez que comparece en público. La última perla ha sido comparar la forma de esconderse de los yihadistas Salah Abdeslam y Mohamed Abrini con la de «los judíos que se escondían en Bélgica durante la ocupación nazi». La prensa le recomendó tomar «ciertas precauciones oratorias», una receta ineficaz para un hombre acostumbrado a evocar el nacionalsocialismo en cualquier contexto. «Los judíos se enfrentaron a un régimen de terror que estaba constantemente buscándoles, y afortunadamente no les encontraron», trató de matizar Jambon. Su portavoz lanzó una explicación peregrina a la castaña verbal del ministro: «No estaba comparando a judíos con terroristas, se refería solo al aspecto técnico de encontrar refugio».
Verborrea incontrolable
Un rápido recorrido por su currículo es suficiente para poner los pelos de punta. La seguridad belga está en manos de un ministro con un pasado anclado a la ultraderecha. Nadie olvida sus fotos con la cúpula del partido xenófobo Vlaams Belang y el fundador del Frente Nacional francés, Jean-Marie Le Pen. Las reuniones de «nostálgicos» eran habituales en los años 90 y se alargaron al menos hasta el 2001. Jambon se desvincula pero el subconsciente le juega todavía malas pasadas: «La gente que colaboró con los alemanes tenían sus razones», aseguró sin pestañear en el 2014. Luego llegaron los atentados de París. «Voy a limpiar Molenbeek», anunció tras conocer que ese distrito fue base de los terroristas.
La testosterona verbal no pudo suplir su incompetencia. Presentó su dimisión (rechazada) días después de los atentados de Bruselas del 22 de marzo, después de desatar un enfrentamiento con los responsables del transporte público. Jambon aseguró haber dado la orden de parar el metro después de las explosiones en el aeropuerto de Zaventem. La empresa que gestiona el metro lo desmintió, al igual que la policía. En su afán por sacudirse las culpas de encima, Jambon también apuntó con el dedo a un funcionario belga de enlace en Turquía al que acusó de no informar sobre la deportación a Bélgica de un yihadista peligroso. Después se supo que otros radicales con órdenes de arresto internacional pudieron pasearse con total impunidad por el país. «La policía ha sido negligente», probó una vez más Jambon, despertando la ira de los agentes que han retirado la confianza en su ministro. «Es el mayor de los cobardes», le espetó Vincent Gilles, presidente de uno de los sindicatos del gremio. Los despropósitos continuaron cuando un grupo de fascistas flamencos irrumpieron en la plaza de la Bolsa saboteando un homenaje a las víctimas. El alcalde de Bruselas le acusó de no hacer nada para impedirlo.