El centro y el este ponen la proa al plan de la UE para crear una agencia de asilo

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

TOLGA BOZOGLU | Efe

Bruselas es consciente de que la idea tendrá poco recorrido cuando se someta a debate en el seno del Consejo Europeo, pero no quiere que se le reproche falta de ambición ni que se le cargue con la culpa de una reforma fallida

07 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Tocada y hundida. La propuesta más ambiciosa que la Comisión Europea había reservado para poner orden y concierto en el flujo de refugiados de la UE se estrelló ayer antes de subir al escenario, como ya había pronosticado su presidente, Jean Claude Juncker. La mano derecha del luxemburgués, Frans Timmermans, admitió que la idea de centralizar las peticiones de protección en manos de la Oficina Europea de Asilo, así como la de encomendarle la reubicación de refugiados a través de un sistema de cuotas permanentes, «no es realista a nivel político».

Bruselas es consciente de que la idea tendrá poco recorrido cuando se someta a debate en el seno del Consejo Europeo, pero no quiere que se le reproche falta de ambición ni que se le cargue con la culpa de una reforma fallida que perpetúe el caos. Pero, ¿quién se opone? Fundamentalmente los Gobiernos nacionales de los países del centro y el este de Europa. Los más belicosos son, una vez más, los socios de Visegrado [República Checa, Eslovaquia, Polonia y Hungría]. No quieren ceder más soberanía ni abrir las puertas obligatoriamente a los refugiados, independientemente de las necesidades  por las que estén pasando países como Grecia.

Ciñéndose a la letra del actual sistema de Dublín, el Gobierno heleno tiene que hacerse cargo de las demandas de asilo de todos los refugiados que llegan a su territorio, una situación que ha desbordado al país. «No es justo ni sostenible», advirtió ayer Timmermans. Los socios europeos hacen oídos sordos. Quieren descafeinar la reforma. «¿Cuotas permanentes otra vez? ¿Hasta cuándo se empeñará la Comisión en lugar de trabajar en cosas que realmente ayudan?», espetó en las redes sociales el secretario de Estado checo para la UE, Tomas Prouza, frente al tímido respaldo del ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière, quien aseguró que el trabajo va «en la buena dirección». 

Bruselas ya había previsto la reacción airada de los gobiernos más euroescépticos, así que propone una segunda vía: Dublín Plus. Esta segunda propuesta trata de afianzar el actual sistema de asilo añadiendo parches para capear el temporal cuando los flujos masivos de migrantes arrecien. La fórmula consiste en establecer una clave de reparto que se activaría cuando se detectase una afluencia de refugiados desproporcionada. La medida no es nueva. Se trata de encumbrar el actual programa de reubicación, el mismo que esperaba distribuir a 160.000 demandantes de asilo entre los países de la UE a través de cuotas. Hasta ahora solo se ha conseguido reubicar a poco más de un millar y Bruselas admite que está perdiendo la paciencia: «El objetivo es que haya 6.000 realojamientos al mes. Pero hay falta de voluntad política entre muchos Gobiernos», lamentó ayer el comisario de Migración, Dimitris Avramopoulos. 

El consenso sí es absoluto en lo que se refiere a las expulsiones a Turquía. No importa el color político del Gobierno, los 28 quieren afianzar el plan urdido con el Gobierno de Ankara para que ayude a aliviar la presión migratoria en la frontera griega. A pesar de las advertencias y críticas de la comunidad internacional y de organizaciones humanitarias el programa sigue adelante. Las dudas sobre su legalidad no hacen más que crecer. Turquía no da plenas garantías para la protección de todos los retornados, no solo los sirios: «Seamos realistas, se está discutiendo con Turquía a nivel técnico», admitió Avramopoulos, confirmando así que la UE inició el plan de deportaciones sin estar al cien por cien segura de que Ankara respetará sus derechos.