El último cartucho para escapar de Grecia

Leticia Álvarez LA VOZ EN ATENAS

INTERNACIONAL

MARKO DJURICA | Reuters

Los refugiados nutren una lucrativa industria clandestina de pasaportes falsos y de viajes en barcos fantasma rumbo a Italia para intentar esquivar la amenaza de la expulsión a Turquía

03 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Comprar un pasaporte falso se ha convertido en el último recurso de los refugiados atrapados en Grecia y que todavía tienen dinero, para esquivar la amenaza de expulsión a Turquía. El boca a oreja difunde los números de los traficantes. En la plaza Omonia o el bar Dubai. Basta con sentarse a tomar un café y esperar a que se acerquen. Las mafias aseguran que sus documentos son fiables. Ofrecen también la «ruta más peligrosa» que cruza a Albania para después subirse a un bote con destino a la costa italiana.

Acudimos con Ahmer, un joven sirio cristiano, a uno de los cafés en la zona de Kato Patissio. En menos de media hora un egipcio se acerca después de escucharle hablar árabe. «Empezó a preguntarme de dónde era y qué hacía en Atenas. Hablamos de Siria, de Yarmuk [el campo de refugiados palestinos en Siria], y me ofreció su ayuda», explica Ahmer. El intermediario, que hace de traductor, saca su móvil para enviar un mensaje. Ha llamado al jefe de la red mafiosa local, Aziz Shah, un afgano residente en Grecia que no habla árabe y se encarga de organizar los viajes.

El traficante afgano confiesa que las últimas semanas no da abasto porque cada vez recibe más pedidos. «La mayoría de documentos son de Italia, pasaportes y carnés de identidad», asegura. «Tengo contactos en el aeropuerto de Atenas, te dejan pasar seguro», fanfarronea. El precio asciende a 4.300 euros. Las mafias cobran cuando la persona llega a destino. Hace cinco meses se podía adquirir un pasaporte por menos de 2.000 euros. Ahora la demanda encareció el mercado.

Doaa, una siria de Homs, viajó hace dos días con uno de los documentos del traficante afgano. La joven de 32 años ya está en Alemania. Logró pasar todos los controles. «Me quité el velo para no levantar sospechas y me cambié de ropa. Llevaba pantalones cortos, camiseta de rayas y gorra blanca», relata desde el país germano. «Lo volvería a hacer porque es la forma más segura. Las otras rutas son demasiado peligrosas», asiente feliz por reencontrarse con su marido.

Salah, un traductor que domina 7 idiomas , natural de Latakia, en Siria, viajó a Polonia hace un par de meses con un DNI italiano. «Era la segunda vez que lo intentaba. El día anterior usé un pasaporte polaco con faltas de ortografía. El traficante sirio me aseguró que pasaría. Evidentemente no fue así». Revela que el policía que lo paró en el aeropuerto le quitó todos sus papeles y lo dejó marchar. 24 horas después se plantó en el aeródromo Eleftherios Venizelos con un documento de Italia. Lleva dos meses viviendo en Varsovia. «Para mí no fue difícil porque domino el idioma y tengo apariencia occidental».

La ruta más peligrosa

Viajar con un documento falso es la opción menos arriesgada para los que acuden a las mafias. «La otra posibilidad es más peligrosa pero más económica. Sería atravesar Albania y coger un bote a Italia. No te puedo asegurar que vaya a salir bien. Hemos empezado a mover la ruta hace pocas semanas», le explica el traficante a Ahmer. El precio asciende a 2.700 euros por pasajero. Un camino que empuja a las personas que huyen de la guerra a tener que subir de nuevo a una embarcación abarrotada para cruzar el Adriático.

Las vías legales, a las que los más de 50.000 refugiados atrapados en Grecia pueden recurrir, requieren tiempo. Conseguir asilo en Grecia se puede demorar un año. El plan de reubicación europeo no especifica el tiempo de espera y tampoco pueden elegir país de destino. Además, para conseguir cita, los migrantes tienen que llamar a un número de Skype que está colapsado. Si quieren tener la primera entrevista, deben trasladarse a Tesalónica o Atenas y hacerlo desde las oficinas físicas.

Es por eso que, cada vez más, los refugiados cansados de vivir en condiciones inhumanas y ansiosos por reunirse con sus familiares en Alemania y el norte de Europa recalan en Atenas buscando a un amigo de un amigo que conoce a un traficante para conseguir papeles falsos y salir. «Tengo el contacto también de dos palestinos que están falsificando documentos en Grecia», afirma Ahmer. El joven sirio intentará burlar los controles del aeropuerto de Atenas para volar a Alemania dentro de una semana. «Me compraré ropa nueva y me cortaré el pelo», bromea. «Sueño todos los días con volver a ver a mi hijo. Mira, aquí está en su primer día de colegio en Alemania», suspira mientras se encomienda a Dios.

Mientras, los migrantes que pisaron las islas griegas después del acuerdo entre la UE y Turquía, cuentan las horas para que empiecen las deportaciones. El número de llegadas a Grecia ha disminuido por lo que los traficantes buscan nuevos negocios para burlar las fronteras. En las redes sociales ofrecen rutas alternativas que no pasen por el país heleno para escapar de la vigilancia en el Egeo. «El viaje partirá este fin de semana desde el puerto de Mersín, Turquía, a Italia en un buque equipado con agua, comida, medicinas y chalecos salvavidas», reza el mensaje de Facebook. El precio por un billete en este barco fantasma asciende a 4.000 dólares por pasajero, casi cuatro veces más que la antigua ruta de Turquía a las islas griegas. Este periódico intentó contactar con los teléfonos turcos que facilitaba el anuncio pero fue imposible. Ya solo se puede acceder con una invitación directa.