El delator que implica a Rousseff y a Lula afirma que el ministro de Educación intentó comprarlo

La Voz REDACCIÓN

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PAULO WHITAKER | REUTERS

Cada avance en la investigación de la trama de corrupción alrededor de Petrobras destapa una nueva faceta del escándalo

16 mar 2016 . Actualizado a las 16:56 h.

Cada avance en la investigación de la trama de corrupción alrededor de Petrobras destapa una nueva faceta del escándalo, descubre un nuevo rostro entre el fango y supone para Dilma Rousseff acercarse un paso más hacia el abismo del impeachment. Ayer, el Tribunal Supremo aceptó la cooperación del senador del PT que implicó al expresidente Luis Inácio Lula da Silva y a la presidenta en la trama a cambio de indulgencia, lo que vino acompañado de la orden de hacer públicas sus declaraciones.

En ellas, el exjefe de la bancada oficialista en la Cámara alta revela que el ministro de Educación, Aloizio Mercadante, uno de los más próximos a Dilma, intentó sobornarlo para evitar que accediera a colaborar con la Justicia. La acusación de Amaral fue reforzada por la revista Veja con la divulgación de una grabación sonora realizada por uno de sus asesores durante dos encuentros que tuvo con Mercadante en su despacho del Ministerio de Educación en diciembre pasado, después de que el senador fuese arrestado y cuando aún no había decidido cooperar. En la grabación, el ministro se ofrece a «ayudar» al senador y le aconseja evitar un «movimiento precipitado» en relación a su posible colaboración con la Justicia; apela a su relación con Rousseff y la confianza que tiene en él. Mercadante aseguró que estos contactos fueron un «gesto personal [...] de compañerismo» y no un intento de soborno.

Para Amaral, según declaró a O Globo, las grabaciones demuestran los constantes intentos del Gobierno para interferir en la investigación judicial y cree que él mismo fue «ascendido por Dilma y por Lula para frenar la [operación] Lava Jato». «En mi declaración queda claro», añade.

En las 254 páginas publicadas ayer, con pruebas como sus agendas oficiales, listas de llamadas y billetes de avión, el senador acusa a Rousseff y Lula de chantajear a testigos de los casos de corrupción y de presionar a los jueces: la jefa de Estado designó a Marcelo Navarro para el alto tribunal para que frenara órdenes de arresto y dictara liberaciones y Lula le encargó al propio Amaral sobornar al exdirector de Petrobras Nestor Cerveró para que no implicara en su delación a su amigo personal José Carlos Bumlai. Ambos líderes, pero también numerosos políticos oficialistas y de la oposición, conocían o autorizaron operaciones ilegales relacionadas con Petrobras, algunas destinadas a la financiación ilegal de campañas electorales.

Cuando ayer, dando por seguro que Lula viajaría a Brasilia para aceptar un ministerio y escapar así a la acción de la Justicia, la prensa brasileña debatía cuál sería el destino del expresidente en el Gobierno de su pupila, y cuánto podría perjudicarla o ayudarla a capear la crisis, salió a la luz la declaración de Amaral. Las nuevas revelaciones acrecientan la impresión en Brasil de que Dilma no logrará concluir su segundo mandato. Se espera que el Supremo dé vía libre al proceso de impeachment esta semana.