¿Qué está en juego en la guerra siria?

Laura Fernández Palomo AMÁN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

La guerra en Siria
Reuters

En el campo de batalla se entremezcla el futuro del país con los intereses de las potencias

21 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Es una guerra civil, pero son las potencias regionales e internacionales las que luchan y deciden en Siria. A punto de entrar en su sexto año de conflicto, los actores implicados ya no disimulan e intervienen abiertamente en un conflicto convertido en una mini guerra mundial con más intereses en juego que el futuro de un país. Pero ¿quién combate y contra quién en este conflicto?

Los asadistas

El presidente Bachar Al Asad, a quien dieron por derrotado el primer año de conflicto, no hubiera podido mantenerse sin el reforzado apoyo de Irán y Rusia.

Irán: Este histórico aliado utiliza el territorio sirio para extender sus lazos en Oriente Medio y contener la supremacía de su rival, Arabia Saudí. Lo hace a través de asesores militares y el suministro de armas, y en el campo de batalla con el grupo libanés de Hezbolá y milicianos chiíes de Irak e Irán. 7.000 combatientes llegaron a Damasco en el 2015 para unirse a las fuerzas leales.

Rusia: Moscú defiende la única base naval que tiene en el Mediterráneo, Tartús, y el favor de un régimen que le reafirma en la región frente a Estados Unidos. Desde septiembre, bajo el argumento de combatir al Estado Islámico (EI), lidera una ofensiva aérea que le ha permitido recuperar territorio a Damasco y cambiar el rumbo de la guerra. Su ofensiva sobre Alepo dinamitó el proceso de Ginebra, cuando la oposición demandaba el fin de los ataques para sentarse a negociar. Exigencia que mantenía ayer para declara un alto el fuego en tres semanas.

La oposición

Es difícil definir a la oposición cuando entre el caos bélico han emergido grupos radicales como el Estado Islámico (EI) o el Frente al Nusra, filial de Al Qaida, confundidos con los grupos armados que van desde su versión moderada, como el Ejército Libre Sirio (ELS), cada día más minoritaria, o las ramas salafistas apoyadas por los saudíes.

Turquía: Implicada desde el mismo origen del conflicto como bestia negra de Al Asad y valedor de los rebeldes islamistas, sus intereses han provocado una grave escalada de tensiones con Rusia, desde el derribo del caza ruso. Su principal interés ahora es frenar el avance de los kurdos. Miembro de la OTAN, su ofensiva contra las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), le enfrenta a EE.UU. que tiene en los kurdos su mayor aliado contra el califato tanto en Siria como en Irak.

Arabia Saudí: El reino wahabí patrocinó la conferencia de diciembre que formó un heterogéneo grupo para representar a la oposición siria en Ginebra. Entre ellos Ahrar al Sham (El Movimiento Islámico de los Libres del Sham) y Jaish al Islam (El Ejército del Islam), que Rusia rechaza por «terroristas». Su principal objetivo es hacer frente a Irán, derrocando a Al Asad. Como Turquía, está dispuesto a lanzar una operación terrestre, ha enviado aviones a bases turcas y pretende armar a los rebeldes con misiles tierra-aire, necesarios para afrontar el avance de Damasco con el apoyo ruso.

Estados Unidos: Tras divagar en su estrategia para derrocar a Al Asad mediante el entrenamiento de milicias prodemocráticas, ahora centra sus esfuerzos en la lucha contra el EI. Tras los atentados de París, Francia también se centra ahora en el EI, rebajando el tono bélico contra Al Asad.

Dos serbios rehenes del Estado Islámico en Libia perecieron en el ataque aéreo de Estados Unidos

El ataque de Estados Unidos contra una base del Estado Islámico en Libia que dejó más de 40 muertos el viernes se cobró las vidas de dos empleados de la embajada serbia que estaban secuestrados por los yihadistas.

El primer ministro serbio, Aleksandar Vucic, confirmó la muerte de la encargada de comunicación Sladjana Stankovic y el conductor Jovica Stepic y excusó a EE.UU., porque «no sabía que en la región bombardeada también había extranjeros». Los rehenes habían sido secuestrados el 8 noviembre del pasado año, en una emboscada tendida contra un convoy en el que viajaba el embajador serbio en Libia, Oliver Potezica, que logró escapar indemne. Vucic precisó que los secuestradores no pertenecían al EI, aunque mantenían con ellos vínculos estrechos, y llegaron a pedir un rescate de hasta 60 millones de euros.

La muerte de los dos ciudadanos serbios se produjo durante el ataque de EE.UU. a un campamento del EI situado cerca de Sabratha, una ciudad situada a unos 40 kilómetros al oeste de Trípoli, que causó la muerte de al menos 40 personas y que iba dirigido contra Nourdine Chouchane, un dirigente del EI de origen tunecino, considerado autor intelectual de los dos atentados perpetrados el año pasado en Túnez, en el balneario de Susa y en el Museo del Bardo, que dejaron en total 60 muertos. El Pentágono cree que Chouchane murió en el ataque aéreo del viernes.

Condena de Tobruk

El Gobierno paralelo de Tobruk, reconocido por la comunidad internacional, condenó ayer el bombardeo aéreo estadounidense por realizarse sin coordinación con las autoridades locales, lo que constituyen «una violación de la soberanía del Estado libio», precisa un comunicado.