12 ene 2015 . Actualizado a las 09:24 h.
El mundo nunca vivió nada igual. Ni después del 11-S de Nueva York, ni del 11-M de Madrid, ni del 7-J de Londres se había logrado reunir en un mismo acto de repulsa contra el terrorismo y la barbarie a sesenta líderes políticos de todo el mundo expresando su condena. París ofreció ayer una imagen para la historia, la de ver juntos por la misma causa a enemigos como el presidente de Israel, Benjamín Netanyahu, y al de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, que fueron colocados en la primera fila del cortejo oficial; al presidente François Hollande, enganchado del brazo de la alemana Ángela Merkel y del presidente de Mali, Ibrahim Boubacar; o a los jefes de Gobierno de España, Mariano Rajoy; Italia, Matteo Renzhi o Gran Bretaña, David Cameron, así como al resto de líderes europeos, encabezando una manifestación con sus colegas de Gabón, Nigeria, Túnez o Benín, o con los reyes de Jordania, Abdalá y Rania, y el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu.
Fueron la cabeza visible de una marcha sin precedentes, solo equiparable en número a la liberación de Francia de las tropas nazis, secundada por un millón y medio de ciudadanos de todos los credos y afinidades políticas. Pero París tampoco estaba sola, sino que en toda Francia se vivieron en distinta escala más de un centenar de actos de protesta que congregaron a otros 2,7 millones de personas que condenaron en un grito unánime el atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo, en el que murieron doce personas.
En la marcha de París, en la que abundaban banderas de Francia y de muchos otros países (Israel, Palestina, Ucrania, Marruecos, España, Líbano o el Tíbet), podía verse a gente de todas las edades y a familias con sus hijos. También se encontraban los familiares del policía de origen argelino muerto en el atentado, Ahmed Merabet, a los que luego recibió Hollande; y los supervivientes de la redacción de Charlie Hebdo, que fueron vitoreados por el público y con los que el propio Hollande se fundió en un abrazo, y los familiares de las víctimas de la tienda judía de Porte de Vincennes. Fueron quienes encabezaron la marea indignada -el cortejo de políticos discurrió luego a pocos metros-, en la que se observaron hechos inusuales como que las fuerzas del orden fuesen aplaudidas, al igual que el cuestionado primer ministro Manuel Valls.