La guerra encubierta de Putin

rafael m. mañueco MOSCÚ / COLPISA

INTERNACIONAL

Kiev ha cedido poder de destrucción de los prorrusos (en la foto, hospital en Mariupol).
Kiev ha cedido poder de destrucción de los prorrusos (en la foto, hospital en Mariupol). V. FEDOSENKO < / span>REUTERS< / span>

La mayoría de los combatientes en las filas separatistas del este ucraniano han sido enviados desde Rusia, que mantiene desplegados a 20.000 hombres en la frontera

07 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En el este de Ucrania, en las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk, han estado luchando hasta la tregua acordada el viernes unos 30.000 combatientes, 15.000 en cada bando. Así lo asegura Pável Felgenhauer, analista militar del rotativo ruso Nóvaya Gazeta. Según sus estimaciones, en las filas separatistas hay no menos de 5.000 soldados del Ejército regular ruso (un tercio del total). Pero, además, Antón Gueráshenko, consejero del ministro ucraniano de Interior, sostiene que, de los 10.000 prorrusos levantados en armas, «solo el 10-20 % son habitantes locales». Todos los demás, subraya al canal 112 Ukraína, «llegaron a Donetsk y Lugansk procedentes de Rusia». Son en su mayoría mercenarios reclutados por los servicios de seguridad rusos (FSB, ex KGB) y voluntarios, algunos enviados a la guerra a regañadientes, según organizaciones rusas defensoras de los derechos humanos.

En el lado ucraniano, según distintas estimaciones, combaten 11.000 soldados de las fuerzas regulares, 3.000 de la recién restablecida Guardia Nacional, que incluye a militantes de la ultraderechista Pravi Séktor, y un millar de paramilitares de los batallones Kiev, Azov, Donbass y Aidar. Estas cuatro unidades están integradas por nacionalistas y voluntarios de extrema derecha llegados de toda Europa, de los países del este fundamentalmente.

La presencia de radicales dentro de las fuerzas ucranianas está sirviendo a Moscú de argumento para calificarlos de «nazis», apelativo que, según el mismo criterio, se puede aplicar a los grupos ultranacionalistas rusos que participan en el reclutamiento de los mercenarios que integran el grueso de los destacamentos separatistas en el este de Ucrania. Está además comprobado que entre los prorrusos hay antiguos guerrilleros chechenos, abjasios y osetios.

El Kremlin ha negado en todo momento cualquier implicación en la guerra y sostiene que los rusos que pelean en el este de Ucrania lo hacen a título personal. En lo que se refiere a las tropas rusas, el presidente Putin ha asegurado de forma repetida que no toman parte en el conflicto. Los paracaidistas capturados en agosto en suelo ucraniano, según él, «se extraviaron y atravesaron la frontera por error». Varios medios rusos han difundido en los últimos días materiales sobre enterramientos secretos de soldados en Pskov, Kostromá y el Cáucaso. El diputado regional de la formación liberal Yábloko, Lev Shlosberg, recibió la semana pasada una brutal paliza por parte de desconocidos, al parecer, por facilitar a un diario grabaciones de conversaciones entre oficiales que probarían que la mayor parte de los miembros de una compañía de la División Aerotransportada número 76 perecieron en Ucrania en combates con las tropas de Kiev.

Lápidas sin nombre

Perecieron, según Shlosberg, 80 soldados y solo 10 sobrevivieron. Tras las informaciones aparecidas en el rotativo local Pskóvskaya Gubérniya, gracias a la revelaciones del diputado, el cementerio donde fueron enterrados los militares ha sido puesto bajo estrecha vigilancia y de las lápidas, según la radio Eco de Moscú, han desaparecido los nombres.

El pasado 28 de agosto, el primer ministro de la autoproclamada república de Donetsk, Alexánder Zajarchenko, reconoció que a las fuerzas separatistas que tomaron el puerto de Novoazovsk se unieron 3.000 rusos llegados desde la vecina provincia de Rostov del Don. Aquel mismo día, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, denunció la entrada al país de «columnas de material pesado, camiones con armas y munición y tropas regulares de la Federación Rusa».

Al día siguiente, el Gobierno británico, citado por la cadena estadounidense CNN, aseguraba que en Ucrania entraron «entre 4.000 y 5.000» efectivos rusos, información que coincide con la facilitada por Felgenhauer. El Pentágono y la OTAN detectaron entonces los movimientos de las columnas rusas de tanques, blindados y camiones. Fotografías obtenidas por satélite del avance de los convoyes aparecieron en televisiones de todo el mundo. La Alianza Atlántica cifra en 20.000 el número de soldados rusos desplegados actualmente junto a la frontera ucraniana, en el norte de Crimea y en Rostov del Don. Felgenhauer añade otros 20.000 «que llegarían en tan solo dos horas al este de Ucrania si en Moscú lo estimaran necesario».