La opositora que no tiene miedo al régimen

Pedro García Otero CARACAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

María Corina Machado, con porte de dama de la alta sociedad caraqueña, es tenaz, incansable como trabajadora y jamás pierde la compostura

28 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Con porte de dama de la alta sociedad caraqueña, y sin esconder que quiere ser la primera presidenta de Venezuela, María Corina Machado Parisca (Caracas, 1967) es tenaz, incansable como trabajadora, jamás pierde la compostura, ni aunque en una insólita decisión el presidente del Parlamento, Diosdado Cabello, decida separarla de su cargo, para el que tiene inmunidad parlamentaria, y la acuse de traición a la patria porque intentó exponer la represión de los últimos meses ante la OEA.

Mientras Cabello, el segundo al mando del chavismo, un movimiento tremendamente machista, la insultaba desde la presidencia del Palacio Federal, María Corina sonreía ante las cámaras, y se atusaba el peso. «Usted no va a ser nunca presidenta de Venezuela», le decía; horas después, Machado tomaba un avión y se plantaba en Perú.

«No va a regresar», decía el presidente del país, Nicolás Maduro; regresó, se reunió ante miles de seguidores en una plaza del centro de Caracas y ahora el Estado no sabe qué hacer con ella, señala Henrique Capriles: «María Corina ha dejado de manifiesto, ella sola, la inmensa fragilidad del Gobierno».

Ingeniera industrial graduada de la Universidad Católica Andrés Bello, con posgrado del Programa Mundial de Políticas Públicas de la Universidad de Yale, divorciada desde hace más de diez años y con tres hijos ya adolescentes y adultos, que, se dice, no viven en Venezuela (esta es la faceta de su vida privada que Machado cuida con más celo), es hija de Henrique Machado Zuloaga, magnate del acero venezolano cuya siderúrgica, Sivensa, fue nacionalizada y cerrada por Hugo Chávez pasada; y de Corina Parisca, conocida en la sociedad caraqueña. De ella heredó un encanto que sus cercanos hallan irresistible en las distancias cortas.

Vive en un apartamento del lujoso noreste de la capital, sin servicio doméstico fijo. Sí tiene docenas de asesores, muchos de ellos ad honorem, para todos los temas, desde política exterior hasta economía.

Para los chavistas es poco menos que el diablo. «Lleva una década conspirando Estado», afirma la periodista Esther Quiaro, identificada con el oficialismo. Para los opositores, comienza a ser su «dama de hierro», desde que en el 2012 le dijo a Chávez, en su último mensaje anual ante el Parlamento: «Expropiar es robar, señor presidente».

Salió a la arena política como dirigente de la oenegé de supervisión electoral Súmate y no pertenece a ningún partido político. En el 2012 participó en las primarias de la oposición, en las que Capriles arrasó. Todos sus colaboradores concuerdan en que, si algo la caracteriza, es una voluntad y una capacidad de trabajo agotadoras. «Si querían anularme», dijo después de la anulación de su escaño, «solo me han hecho invencible».