Se acerca el final de la partida

INTERNACIONAL

29 ene 2014 . Actualizado a las 02:00 h.

La caída del Gobierno en Ucrania era esperable desde el sábado, cuando Yanukóvich ofreció por sorpresa a los líderes de la oposición entrar en el Ejecutivo. Aunque estos rechazasen la oferta, estaba claro que el desautorizado primer ministro Nikolái Azárov tenía los días contados (han resultado ser tres). Dimitió ayer, y el hecho de que Yanukóvich obligase el mismo día a sus diputados a revocar la misma ley de seguridad ciudadana que les había hecho aprobar hace menos de quince días revela que las concesiones no son ya una táctica, sino una retirada en toda regla.

¿Qué lo ha obligado a ceder? Como todos los políticos ucranianos, Yanukóvich es el apoderado de una oligarquía económica, en su caso representada muy especialmente por el empresario Rinat Ajmetov, propietario, entre muchas otras cosas, del club de fútbol Shakhtar Donetsk. Se cree que es Ajmetov quien, alarmado por la situación, exigió a Yanukóvich que busque como sea un acuerdo con los manifestantes.

Ahora falta saber cuál será la actitud de Rusia, a la que parece que Yanukóvich no tuvo en cuenta a la hora de ensayar esta técnica del cortafuegos. Durante todo el día de ayer circularon rumores y desmentidos acerca de un posible aplazamiento de la ayuda económica prometida por Moscú. Este es un aspecto importante de la crisis porque, más allá de la retórica del europeísmo frente a la rusofilia, el hecho objetivo es que sin los 15.000 millones de dólares que Rusia prometió a Ucrania, el país iría a la bancarrota. Fue por eso, más que por cuestiones políticas, por lo que Yanukóvich dejó en el aire el mediocre acuerdo comercial con la UE en noviembre. Ahora una transición caótica pondría al país de nuevo al borde del abismo.

La solución pasaría necesariamente por un pacto entre Rusia y la UE que permitiese mantener el país a flote. Esto implicaría a su vez algún tipo de acuerdo entre Gobierno y oposición, aunque cambien de asientos. Es posiblemente en ese contexto en el que hay que interpretar el viaje relámpago a Kiev de Catherine Ashton mientras Putin visitaba Bruselas. Divergencias aparte, a nadie le interesa el colapso de Ucrania.