Las siete vidas del incombustible y ya ex Il Cavaliere

INTERNACIONAL

28 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

De Silvio Berlusconi siempre se ha dicho que tiene siete vidas como los gatos. Y como ave fénix ha resurgido varias veces de sus cenizas cuando todos le daban por muerto y enterrado. Pero esta vez el golpe parece insalvable: seis años sin poder pisar el Parlamento -a su posible regreso tendría 83 años- y a la espera de la estocada final de los jueces en el caso Ruby y otros tres procesos pendientes sin la coraza de la inmunidad. En su alocución ante sus fieles, Il Cavaliere -aunque ni ese título le queda ya- dejó claro que de tirar la toalla, nada de nada y que morirá matando ante el contubernio de jueces rojos que le han arruinado la vida. «Es como James Bond, jamás dice jamás», dijo de él el filósofo Giacomo Marramao.

Pese a su resistencia a dejar la política, su influencia será mucho menor. La frescura del multimillonario que se presentó en 1993 ante los italianos como el mesías que venía a salvarlos de años de escándalos de corrupción (como Tangentopoli o Manos Limpias) dista mucho del acartonado líder parcheado con implantes capilares y liftings. ¿Cuál ha sido su secreto? Populismo y cara dura, mucha cara dura. Puede provocar una crisis de Gobierno y presentarse en el último segundo como el salvador al verse vencido. Jugadas reconocidas hasta por sus rivales como cuando a Letta se le escapó un «bravo Berlusconi» tras el pulso que le lanzó en septiembre.

«Nadie puede compararse conmigo, ni en Europa, ni en el mundo», decía de él mismo. Y tenía razón, las cumbres internacionales no fueron las mismas sin las bromas pesadas y tácticas de playboy de Il Cavaliere, que tan poca gracia hacían a Angela Merkel. O cuando calificó de «demasiado rosa» el Ejecutivo de Zapatero. Mujeres, su gran maldición. Tanto las velinas que llevaba a las fiestas en su villa como las tres juezas que le condenaron en el caso Mediaset, provocando ahora su expulsión del Senado.