La semana interminable de Barack Obama

Gabriele Chwallek DPA

INTERNACIONAL

KEVIN LAMARQUE

El presidente de Estados Unidos no ha dejado de recibir malas noticias en los últimos días y ha tenido que demostrar su capacidad para gestionar crisis en varios frentes a la vez

19 abr 2013 . Actualizado a las 02:31 h.

Es una semana muy difícil para Barack Obama y se le nota. Atentado terrorista en Boston, cartas envenenadas dirigidas a él y a un senador, una amarga derrota en la lucha para conseguir endurecer la ley de armas y ahora además una devastadora explosión en una fábrica de fertilizantes en Texas. El presidente de Estados Unidos no ha dejado de recibir malas noticias en toda la semana.

Hace tan sólo cuatro meses, un joven abrió fuego en Newtown y mató a 20 niños y seis adultos en una escuela primaria. Entonces Obama dijo que ese había sido su peor día desde que llegó a la Casa Blanca. Pero ahora tiene que volver a participar en funerales, consolar a víctimas y a la vez alentar al país. Se ha convertido en un presidente que gestiona crisis en varios frentes a la vez.

En vista de todo lo que está sucediendo a nadie extraña que estos días Obama parece haber envejecido. El miércoles por la noche, cuando compareció en el jardín de la Casa Blanca para mostrar su decepción por el rechazo a una mayor regulación sobre las armas en el país, parecía cansado, agotado e incluso con algunas arrugas. Pero a pesar de toda la decepción, no se mostró como un hombre abatido.

La frustración la canalizó hacia un enojo poco habitual en él contra los senadores y el lobby de las armas, que acabaron con la iniciativa. «Es un día vergonzoso para Washington», dijo el presidente, que acusó a los que se negaron a apoyar la iniciativa para que haya un mayor control sobre las armas de haberse centrado sólo en la reelección. Y además aseguró que lo seguirá intentando: «Ésta es sólo la primera ronda».

Esa es la misma estrategia con la que acudió hoy a la ceremonia en Boston, donde expresó su apoyo a las víctimas, intentó consolarlas pero a la vez transmitir un «mensaje de decisión y fortaleza», según la Casa Blanca. Obama ya había dejado entrever cuál es su rumbo en las reacciones al ataque. Los estadounidense no se dejan atemorizar por atentados terroristas, dijo. «Los encontraremos y serán llevados ante la justicia», prometió en la ceremonia de Boston. Y la gente le cree, también sus críticos. Pues aunque discrepan con algunas de sus políticas, los conservadores le reconocen sus éxitos en la lucha contra el terrorismo y el hecho de que no duda cuando se trata de amenazas de terrorismo. Obama es capaz de ambas cosas, de brindar asistencia, pero también de luchar con determinación, y eso ya lo demostró tras la masacre en la escuela de Newtown. Entonces mostró emociones fuertes, reaccionó incluso como padre que puede entender cuán atroz puede ser el dolor por la pérdida de un hijo. A su vez, comenzó su campaña para limitar la compra de armas y buscó la ayuda de las familias de Newtown.

Pese a todo fracasó con su iniciativa, pero no por no falta de voluntad de lucha. Contaba con que el dolor que causó la matanza de Newtown habría calado lo suficiente en la conciencia de los políticos del Congreso, según comentaban hoy los medios locales. Pero ese cálculo ha resultado ser errado, en Washington las cosas no funcionan así de fácilmente, indicaban los medios. Ese parece ser ya el sello de la presidencia de Obama, hay muy buenas intenciones, y luego llega la decepción. Así fue también con el campo de detenidos de Guantánamo, que quiso cerrar pero no ha podido hacerlo, o también con las últimas disputas con los republicanos por los programas de ahorro.

Obama comenzó su segundo mandato con la firme intención de no apartarse de su agenda liberal, de conseguir cerrar todas esas reformas que se quedaron por el camino durante sus primeros cuatro años en la presidencia, desde la reforma inmigratoria hasta las medidas para combatir el cambio climático. Ahora las prioridades parece que claramente van a quedar aplazadas. Y hay en un punto en el que los expertos están de acuerdo: la forma en la que Obama salga de la crisis actual dependerá en gran medida de si tanto tras los atentados de Boston, como en el caso de las cartas envenenadas, se consigue hallar rápidamente a los culpables.