Un escarmiento para Europa

Leoncio González

INTERNACIONAL

26 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Con datos todavía incompletos pero ya representativos, los populismos eurófobos de Berlusconi y Beppe Grillo suman el 54 % de los votos emitidos para el Congreso. Son catorce puntos más que los cosechados por las dos grandes fuerzas que defendieron la permanencia de Italia en la moneda única y que ajustaron sus promesas a la horma de plomo que impone. La cifra revela que hay una mayoría electoral unida por el rechazo a los sacrificios que reclama la eurozona y que exigen cambiar de rumbo.

Desde luego, desafía a la razón que un político sinónimo de corrupción y que un cómico cuyo único proyecto ha sido convertir los defectos de su país en un show tengan mejor puntuación en las urnas que líderes en apariencia más sanos y competentes. Pero indignarse no resuelve el problema. Los resultados de Berlusconi y Grillo suponen el revolcón electoral más grave que sufre la UE desde que empezó a empobrecer la gama de respuestas posibles a la crisis y la limitó a la política de ajustes.

Ponen de manifiesto una escalada en la desafección hacia la Unión escalofriante. Ese 54,4% de rebotados son 44 puntos más que los que logró la extrema derecha en Holanda y están 25 puntos por encima de los reunidos por los antieuropeístas Le Pen y Melenchon en la primera ronda de las presidenciales galos. Es cierto que no alcanzan el respaldo obtenido en Grecia por Syriza y Amanecer Dorado, pero eso no impide sacar conclusiones.

Además de las consecuencias negativas que tiene para el crecimiento, la obstinación en una política de recortes tan drástica como la dictada por Bruselas está destruyendo de forma paulatina los vínculos entre los partidos tradicionales y las bases sociales que supuestamente representan y cuyos intereses dicen defender. Deja sin discurso a los moderados, incentiva la aparición de aventureros y da segundas y terceras oportunidades a líderes sin escrúpulos que saben canalizar el legítimo malestar de los ciudadanos hacia sus propios intereses.

En el caso particular de Italia, lo ocurrido tiene la dimensión de un escarmiento. A pesar de las protestas de Alemania pretendiendo neutralidad en los minutos de descuento de la campaña, la llegada de Monti al poder fue una imposición pactada a espaldas del pueblo soberano, en la que tuvo mucho que ver Berlín y que en cierta manera supuso resucitar los métodos del despotismo ilustrado.

El hundimiento de Il Professor, 18 puntos por detrás de Berlusconi y 14 por debajo de Grillo, no solo complica la formación de un gobierno con fuerza para regenerar la vida italiana. Es una advertencia contra los atajos tecnocráticos que invalida la pretensión de gran parte de Europa de seguir la ruta iniciada por Monti. Los electores se equivocan a veces, pero no perdonan que se les ignore.