Obama se adelantó una semana a la noticia de la procedencia de los ciberataques. En el discurso sobre el Estado de la Unión de la semana pasada dijo que «nuestros enemigos buscan ahora fórmulas para sabotear nuestra red eléctrica, los sistemas de control de la navegación aérea o nuestras instituciones financieras». No nombró directamente a China pero justo después explicó que había firmado una orden ejecutiva para aumentar la seguridad ante ataques cibernéticos. Ayer, todos los medios estadounidenses recordaban esas palabras de Obama.
La portavoz de la Casa Blanca, Caitlin Hayden, aseguró que el Gobierno conocía el informe de Mandiant sobre el origen de los últimos ataques y dijo que Washington tiene «fundados temores acerca de las amenazas económicas y para la seguridad nacional que tienen».
Un alto funcionario de la Casa Blanca, citado por la revista Foreign Policy, aseguraba que «hemos planteado nuestra preocupación por estos ataques a altos funcionarios chinos, incluidos militares, y vamos a seguir haciéndolo». The New York Times reproducía declaraciones de otro funcionario en las que aseguraba que «los ataques se ha vuelto tan intensos que están amenazando las relaciones entre Pekín y Washington».