La crisis en Túnez fractura el partido islamista en el poder

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Antidisturbios intentan frenar una protesta contra el Gobierno en la capital tunecina.
Antidisturbios intentan frenar una protesta contra el Gobierno en la capital tunecina. Louafi Larbi < / span>Reuters< / span>

Ennahda desautoriza al primer ministro y rechaza disolver el Gobierno

08 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Túnez se encamina hacia una peligrosa inestabilidad. El asesinato a sangre fría de Chokri Belaid, opositor izquierdista y acérrimo detractor de los islamistas, ha conseguido aglutinar la decepción por la falta de avances políticos, la penuria económica y el hastío por el auge de los fundamentalistas. En medio de nuevas protestas, disturbios y la convocatoria de una huelga general, la crisis también deja al descubierto una fractura en las filas del partido islamista en el poder, Ennahda, que echa por tierra un primer plan de salida.

Un sector de esa formación desautorizó ayer al secretario general del partido y primer ministro, Hamadi Yebali, al rechazar sus planes de disolver el Gobierno y formar un Gabinete de tecnócratas. Ya le han advertido que, si no rectifica, será cesado.

El líder parlamentario del Ennadha, Sahbi Atig, argumentó para criticar a Yebali, del ala moderada, que tomó una decisión sin consultar ni con la coalición de Gobierno ni con el movimiento. Además lo deslegitimó al señalar que, a falta de una Constitución, el primer ministro no tiene poder para cesar a los ministros. El vicepresidente de Ennahda, Abdelhamid Jelassi, se unió a las críticas y señaló que «Túnez aún necesita un gobierno político salido de las urnas en noviembre del 2011».

Desde esa fecha, en Túnez gobierna una coalición integrada por Ennahda y dos partidos laicos de centroizquierda: el Congreso para la República, al que pertenece el presidente del país, Moncef Marzuki, y Ekkatol. Una coalición con los días contados después de quince meses de fallidos intentos de redactar una Constitución, y ante la deriva islamista a la que parece abocado el país en manos de Ennahda y los salafistas de las Ligas para la Protección de la Revolución, con su acoso, demasiadas veces violento, a todo lo que huela a laico. Y ahí entran sus campañas a favor del niqab y contra películas supuestamente blasfemas como Persépolis.

Al paro de las asociaciones de abogados y jueces contra el asesinato de Belaid, seguirá hoy, día de su funeral, la convocada por la oposición, a la que se ha unido la histórica y poderosa central sindical UGTT, que cuenta con 500.000 militantes.

Las protestas exigiendo la caída del Gobierno de Ennahda, a la que se responsabiliza del asesinato de Belaid, y los enfrentamientos con la policía volvieron a colapsar el centro de la capital, en un clima que recuerda los tiempos de la revuelta, con eslóganes que piden en vez de la caída del dictador Ben Alí la del líder del partido islamista, Rashid Ghanuchi.

La región minera de Gafsa, donde es amplio el apoyo al Frente Popular, la coalición a la que pertenecía el opositor Belaid, se ha convertido en otro centro de protestas y disturbios.