Stieg Larsson ya había alertado del auge de la ultraderecha nórdica

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

El autor de «Millennium» denunció en sus artículos el avance de la xenofobia

28 jul 2011 . Actualizado a las 10:05 h.

Stieg Larsson (1954-2004) no era solo el cerebro detrás del fenómeno editorial de la trilogía Millennium. Larsson fue, muchos años antes de que lo alcanzara la sombra póstuma de la fama literaria, un periodista de prosa afilada y muy crítico con la sociedad de su tiempo. Fundador y director de la revista sueca Expo, a Larsson no le tembló el pulso al denunciar aspectos poco gloriosos de una Suecia quizá demasiado idealizada por el resto del planeta. Una labor crítica a la que también se han sumado otros intelectuales suecos, como Henning Mankell, que no ha dudado en utilizar la saga policíaca protagonizada por Kurt Wallander -con títulos como Asesinos sin rostro- para arremeter contra el auge del racismo en el norte de Europa.

La editorial Destino recupera ahora en el volumen La voz y la furia una selección de investigaciones periodísticas de Stieg Larsson que permiten profundizar en esta evolución política. Como ha salido ahora brutalmente a la luz con los atentados de Oslo, los antiguos paraísos nórdicos del bienestar cultivaban desde mediados de los noventa una inquietante tendencia de ciertos sectores sociales que se deslizaban hacia el antisemitismo, la xenofobia, el ultranacionalismo, el rechazo al islam, la homosexualidad y la inmigración o que, sin mayores rodeos, abrazaban un nazismo apenas camuflado bajo las siglas de diferentes formaciones de extrema derecha -como Dansk Folkeparti en Dinamarca o Sverigedemokraterna y Nationaldemokraterna en Suecia- que se han hecho con un hueco en los Parlamentos.

El texto publicado ya en el primer número de la revista Expo en 1995 resulta demoledor desde el mismo título. «En Estocolmo también pueden producirse atentados terroristas», pronosticaba Larsson a la luz del brutal ataque contra el edificio federal de Oklahoma en abril de 1995, en el que un veterano de la primera guerra del Golfo vinculado a grupos de extrema derecha acabó con la vida de 168 personas haciendo estallar una bomba muy similar a la descrita en Los diarios de Turner (desde su publicación en 1978, uno de los libros de cabecera del neofascismo). El periodista avanzaba entonces que teorías disparatadas como la del llamado «Gobierno sionista de ocupación» (ZOG, por sus siglas inglés) era adoptada por grupos de supremacía blanca suecos que, como sus colegas norteamericanos, creen que Occidente está bajo el control de un malvado lobby judío decidido a acabar, mediante la promoción del mestizaje racial, con la raza blanca.

En sus escritos subraya Larsson que, por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el antisemitismo se abre paso sin tapujos en las sociedades nórdicas a través de un revisionismo histórico que ha llevado a que el 17 % de la juventud sueca no esté «segura» de que el Holocausto haya sucedido realmente.

Como denuncia el autor de Millennium, la ultraderecha encontró el 11-S una excusa sin precedentes para difundir sus teorías islamófobas y promover nuevas formas de violencia. Larsson lo definió certeramente como «el terrorismo ante el que cerramos los ojos».