Primera guerra de la información

L. González REDACCIÓN/LA VOZ.

INTERNACIONAL

12 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La detención de Julian Assange puso en pie de guerra a los ciberactivistas del globo y amplió en la Red la onda expansiva de la batalla de Wikileaks, hasta el punto de que algunos observadores hablan de la primera guerra mundial de la información. Esta es la tesis de John Naughton, quien, en un artículo muy citado estos días, sostiene que las incursiones de Anonymous, el ejército de hackers que asaltan las webs que obstruyen a Wikileaks, son el primer choque entre el orden establecido y la cultura de Internet. Sin embargo, no se deben perder de vista otras vertientes.

LA TERCERA FASE

¿Tienen acceso directo los internautas a los informes?

No. La táctica seguida por Wikileaks es subir los informes a su web a medida que los publican sus aliados en la prensa. Esta forma de proceder, impulsada por Assange, es la causa de una escisión en la organización, cuyos promotores la ven como una traición a los principios fundacionales. Tanto si lo es como si no, lo cierto es que supone la tercera fase de una evolución que empezó en el 2006. Entonces, Wikileaks se distinguía por una amplia participación del público que, siguiendo el modelo wiki, podía postear y pronunciarse sobre si los materiales que recibía la página debían ser aceptados o vetados. La difusión de los archivos sobre Irak y Afganistán llevó a la organización a restringir ese carácter abierto y a editar los documentos por su cuenta. Por último, en la fase actual, Wikileaks deja de ser la referencia única para acceder a la información, ya que el público interesado no necesita entrar en su portal. Los diarios beneficiados por la filtración son los que le dan relevancia, presentando como puntos de vista del Gobierno de EE.?UU. lo que, en la mayor parte de los casos, son informes de situación y relatos descriptivos o valorativos de sus diplomáticos.

LA PARTE POR EL TODO

¿Es una filtración más importante que los papeles del Pentágono?

Desde el punto de vista cuantitativo sí, pero desde el cualitativo hay discrepancias. El periodista de Time Fareed Zakaria abrió una línea de interpretación seguida por articulistas de EE.?UU. y Europa, según la cual existe una diferencia básica entre ambas filtraciones. Los papeles del Pentágono, argumenta, revelaban que EE.?UU. estaba involucrado en una campaña sistemática para engañar a su país y al mundo en relación con Vietnam, campaña que ponía de manifiesto la discordancia entre lo que hacía y lo que decía en público. El Wikigate, aduce, saca a la luz una coherencia básica entre lo que hace privadamente EE.?UU. y la política que defiende en público.

En todo caso, sería bueno no caer en el error de tomar la parte por el todo. Lo filtrado es solo la octava parte de los más de dos millones de documentos que produce cada día la Administración americana. Su nivel de accesibilidad indica, además, que no son los más comprometedores, un elemento al que hay que añadir que la mayor parte de lo que conocemos tiene su origen en las embajadas y no incluye las órdenes que circulan en dirección contraria, desde Washington. Por tanto, es seguro que hay elementos de la política exterior norteamericana que no se encuentran reflejados en los cables. La mejor manera de ponderar su relevancia es que, al tiempo que amplían nuestra comprensión del presente, no nos lo dicen todo.

OJOS EN TODAS PARTES

¿Es un paso más en el declive de EE.UU.?

Evidentemente, se trata de un golpe tremendo, ya que inutiliza el sistema de comunicaciones que emplea su diplomacia, quema a muchos de sus miembros, identifica a sus fuentes y las seca temporalmente, al tiempo que abre brechas con los países que se sienten desdeñados o maltratados por los informes. Pero al mismo tiempo pone de relieve que EE.?UU. tiene ojos y oídos en todos los puntos del globo. La percepción extendida de que su imperio retrocede no excluye que siga ejerciendo influencia donde están sus intereses en juego. En comparación, salen peor parados los dirigentes de Gobiernos que prometen una cosa en las embajadas y otra distinta en sus países. Un caso señalado puede ser el de España, cuyos fiscales habrían dicho lo contrario a los familiares del cámara Couso y a los funcionarios norteamericanos.

SOLO UNA DIMISIÓN

¿Qué actitud adoptaron los distintos países?

Según les iba en la feria, con una panoplia de actitudes que van desde el apoyo incondicional a Assange de Lula y los bolivarianos al furibundo enfado con EE.?UU. del primer ministro turco. Destaca por su dureza la posición de Francia, que calificó de robo la filtración, pero también son curiosas las posturas de Australia e Irán. Los australianos pasaron de estar al lado de los americanos a ofrecer apoyo consular a su compatriota y los iraníes atribuyeron las filtraciones a una maquinación de la CIA. Olvidando que de momento EE.?UU. no recurrió al polonio ni a paraguas envenenados, métodos que él conoce bien, Putin explotó la situación para denunciar el cinismo de las democracias. Israel, misteriosamente fuera de foco, aprovechó para señalar que no está solo en su rechazo a un Irán nuclear. La única dimisión hasta el momento tiene el nombre del alemán Helmut Metzner, número dos de Westerwelle, por irse de la lengua.

REACCIÓN SUECA

¿Fue detenido Assange por las filtraciones?

Está incurso en un procedimiento penal por violencia sexual en Suecia, país con una de las legislaciones más duras del mundo sobre ese tema, por denuncias que ya se estaban instruyendo antes de las filtraciones. La defensa de Assange asegura que se trata de una conspiración promovida por EE.?UU. para silenciar a su cliente, pero lo cierto es que la Administración Obama no se está dejando arrinconar por la sed de venganza republicana y está actuando con cautela. Todavía no presentó cargos.