El jefe de jefes del narcotráfico mexicano

Andrea Sosa Cabrios

INTERNACIONAL

18 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Arturo Beltrán Leyva era conocido como el Barbas y la Muerte, pero también se decía de él que era el «jefe de jefes». Se le considera autor de varios mensajes encontrados en los últimos meses junto a unos 30 cadáveres y cuerpos descuartizados en el centro y sur de México.

Fue hombre de confianza del líder del capo de Sinaloa, Joaquín el Chapo Guzmán, hasta que empezó su ruptura a mediados del 2007 y formó una organización propia. A partir de ese momento, se infiltró en los cuerpos de seguridad, mató a jefes policiales y configuró su propio imperio.

Beltrán Leyva, de unos 50 años, y el Chapo se convirtieron en enemigos a muerte a partir de la detención de Alfredo, hermano del primero, el 21 de enero de 2008 en Culiacán por una supuesta traición.

Tenía varios apodos. Sin embargo, el Barbas era el que mejor iba con la foto suya más conocida, publicada por las autoridades, en la que aparece con una barba de candado, sonriendo y con la cabeza inclinada, mirando hacia la derecha. En marzo la Procuraduría General de la República lo incluyó en la lista de los 24 capos más buscados de los seis mayores carteles. Se le considera, sin embargo, como el tercero más buscado.

Arturo era el mayor de cinco hermanos. Aunque su familia empezó con la siembra y tráfico de opio hace varias décadas, su nombre no era conocido hasta que se «independizó». Desde entonces quedó en la mira de las autoridades como uno de los narcotraficantes más sanguinarios y con mayor capacidad de corromper a los cuerpos de seguridad.

Fue el supuesto responsable de mandar matar a los jefes policiales Roberto Velasco, director de Crimen Organizado de la Agencia Federal de Investigación, y Édgar Millán, comisionado de la Policía Federal. Medios mexicanos lo ubican como uno de los capos con mayor stock de cocaína, cliente e intermediario de organizaciones colombianas, entre las que se incluye a las FARC.

Más de una vez logró escapar de operativos de las fuerzas de seguridad, con ayuda de jefes policiales, según revelaron testigos protegidos. Se decía que se ocultaba en Cuernavaca, la «ciudad de la eterna primavera», situada a 70 kilómetros de Ciudad de México, donde muchas familias tienen casas de fin de semana. Después de uno de los intentos fallidos de capturarlo, hizo asesinar a Millán, el jefe policial que había ordenado el operativo.

Las declaraciones de un testigo protegido en Estados Unidos a finales del 2007 permitieron a las autoridades mexicanas empezar a fijarse en él. Se descubrió que había infiltrado hasta la médula las instituciones que tenían la misión de perseguirlo. De ahí surgió la operación Limpieza, un operativo para depurar los cuerpos de seguridad y la Administración de Justicia.

Los Beltrán Leyva tenían supuestamente en nómina a decenas de altos cargos, entre ellos el ex zar antidrogas Ramírez Mandujano, detenido acusado de recibir pagos de 450.000 dólares mensuales.