EE. UU. e Irán, por fin cara a cara

Miguel A. Murado

INTERNACIONAL

La reunión de ayer en Ginebra sobre el programa nuclear iraní concluyó sin avances, pero ha suavizado la confrontación

20 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Finalmente, y tras varias semanas de amenazas más o menos veladas, Irán y la mayor parte de sus detractores se han reunido para dialogar en Ginebra. De una parte estaba el negociador iraní para asuntos nucleares, Said Yalili; de la otra, Javier Solana, en representación de los países europeos que tienen asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, además de otros diplomáticos de países interesados, entre ellos, y esta era la gran novedad, Estados Unidos, que envió a William Burns, número tres del Departamento de Estado.

Es la primera vez que Washington habla con Teherán desde 1979, aunque lo que se dice hablar, Burns no ha hablado en toda la reunión. Ni siquiera asistió al almuerzo entre Yalili y Solana. No es que estuviese a dieta, sino que quería marcar las distancias entre una «presencia» en la negociación y un «diálogo» con Irán.

Giro en la política exterior

Esa presencia es, en cualquier caso, muy significativa, y viene a confirmar el giro de la política exterior norteamericana en el último año del presidente Bush. Siguen bajando los neo-con y subiendo los realistas.

El vicepresidente Dick Cheney, representante de los halcones, ha sido apartado a favor de la política relativamente más dialogante de Condoleezza Rice. Esta ya convenció hace dos años a Bush de que aceptase hablar con Corea del Norte después de que esta hiciese estallar un supuesto artefacto nuclear en el 2006. Desde entonces, el conflicto con Pyongyang simplemente se ha esfumado.

El mismo mecanismo se ha puesto en marcha ahora, tras las dos pruebas de misiles realizadas por los iraníes. Aunque hay muchas dudas sobre el peligro que pudieran representar esos Shabab-3 (una copia del Nodong norcoreano, considerado poco más que como un Scud algo sofisticado), esto no importa mucho. El Shabab-3 ha dado en el blanco psicológico al lanzarlo Teherán el día de la reunión del G-8 en Japón. Un sector del Pentágono tiene tendencia a acusar a sus rivales de «no entender otro lenguaje que el de la fuerza», pero este también es su caso.

También Teherán ha moderado su actitud. Alí Akbar Velayati, el antiguo ministro de Exteriores, declaró hace pocas semanas que hay que buscar un acuerdo, desautorizando al presidente Ahmadineyad.

Moderación

Todos saben en Irán que Velayati es la mano derecha del líder supremo, Alí Jamenei, que es quien manda. La teoría es que se podría ir abriendo camino y esperar a ver qué ofrece el probable próximo presidente americano, cuyo nombre, Obama, significa por casualidad en persa 'él está con nosotros'.

De hecho, la reunión de ayer no ha tenido ningún resultado, pero ya se esperaba. La oferta de Solana, como siempre, no es muy ingeniosa: una congelación de más sanciones por una congelación del programa de enriquecimiento de uranio.

El papel de Solana

Pero a los iraníes lo que les interesaba era ver con sus ojos que Solana no solo defiende los intereses de EE.?UU. (generalmente, más que los de la UE), sino que Washington acatará lo que él firme. La última vez que Solana fue a negociar a Teherán no llevaba más que una carta firmada de Condoleezza Rice. Cuentan que los iraníes llegaron hasta a estudiar la firma con lupa para asegurarse de que no era falsa, tal es la confianza que despierta el diplomático español.

La presencia silenciosa de Burns en la mesa de Ginebra ayer era esa firma de Washington en la oferta de Solana. Las negociaciones de verdad empezarán en dos semanas y, casi con toda seguridad, tendrán éxito, porque les conviene a todos.