Los organizadores chinos describieron el recorrido de la antorcha olímpica rumbo a Pekín, que comienza hoy en Olimpia, como el «viaje de la armonía», pero todo hace indicar que el viaje será polémico y que estará acompañado por las protestas contra el Gobierno chino.
Tras los graves desórdenes en el Tíbet, los tibetanos en el exilio planean numerosas protestas en el largo periplo del fuego olímpico, que recorrerá 137.000 kilómetros alrededor del globo a partir de que se encienda hoy en la mítica localidad griega de Olimpia.
En Grecia habrá hoy altas medidas de seguridad, dado que el Gobierno de Atenas alertó de posibles intentos de interrumpir la ceremonia. Uno de los momentos más esperados será, sin embargo, cuando la llama luzca por primera vez en el Everest, algo que irrita a los tibetanos porque confirma el dominio chino sobre la montaña más alta del planeta.
El Gobierno chino acusó nuevamente ayer al Dalái Lama de querer «tomar como rehén a los Juegos Olímpicos» y prometió derrotar a su «camarilla», trece días después del estallido de los disturbios en Lhasa. El líder espiritual del Tíbet respondió desde Nueva Delhi que estas acusaciones «carecen de fundamento». En unas declaraciones, afirmó que tiene el mismo sentimiento de desesperanza e impotencia que hace 50 años, cuando marchó al exilio.
La agencia Xinhua informó ayer de un restablecimiento de la calma en las zonas sacudidas por manifestaciones, las regiones occidentales próximas al Tíbet (Qinghai, Gansu y Sichuan) donde viven minorías tibetanas. En Ogawa, en la provincia de Sichuan, más de la mitad de los comercios abrieron el sábado y según el jefe local del PC, Kang Qingwei, las escuelas lo harán el lunes, con lo que admitió que han permanecido cerradas una semana.