El de ayer era el segundo atentado en 48 horas. El jueves ya habían muerto 22 personas en Batna en un ataque contra un mitin del presidente Buteflika. Si el terrorista quería matarlo a él, no sólo es un asesino, también un impaciente, porque a Buteflika los médicos apenas le dan unos meses de vida.
Y, por extraño que parezca, su salud, y no la de los soldados que murieron ayer, preocupa más en los círculos del poder en Argel, donde se teme que la desaparición de Buteflika desate un ajuste de cuentas entre los «clanes» de los generales.
Buteflika se irá habiendo fracasado. Su «política de reconciliación nacional», como denomina a esa autoamnistía de los generales para sus innumerables crímenes, no ha caído bien más que en la UE y en Washington, ansiosos ellos también por perdonarse a sí mismos su apoyo hace dieciséis años al golpe de estado contra la victoria democrática de los islamistas moderados del Frente Islámico de Salvación (FIS). Y ansiosos también, cabe decir, por volver a hacer negocios con un país que flota en gas natural y petróleo.
La población argelina es más escéptica, en cambio, como demostró en las legislativas de mayo, donde la abstención alcanzó el récord del 65% (fuentes más fiables la sitúan incluso en el 80%).
?Los generales
Los generales también han fracasado en su tardío intento de captar a los islamistas más moderados. Acaban de disolver Al-Islah, el partido islamista tolerado, mientras que el ilegal FIS da muestras de recuperación. También, desgraciadamente, las da el yihadismo, que actúa ahora bajo el nombre de Al Qaida en Argelia y el Magreb, pero cuya estrategia terrorista, como puede verse en el objetivo del atentado de ayer (un cuartel) sigue siendo la misma que la del antiguo Grupo Islámico Armado (GIA) durante la guerra civil de los años 90.
Como la Inteligencia argelina jugó a manipular el GIA en aquellos años, no es extraño que la oposición sospeche que detrás de estos atentados podrían estar los servicios secretos, aunque esta es una hipótesis sin pruebas y que ni siquiera es necesaria para explicar la violencia en Argelia.
El yihadismo existe en el Magreb, indudablemente. Lo malo es que los cambios en la cúpula de la dictadura argelina coinciden siempre con una intensificación de la guerra civil, como sucedió, por ejemplo, con la sustitución de Liamin Zerual. Y con Buteflika a punto de hacer mutis, quizá no estemos presenciando más que el comienzo de algo que aún será peor.