Ola de venganza en Cisjordania contra los islamistas de Hamás

Laura L. Caro RAMALA

INTERNACIONAL

AMMAR AWAD

Los milicianos asaltaron el Parlamento e instituciones y edificios de los integristas EE.UU. anuncia que levantará el boicot en cuanto se conozca el nuevo Gobierno

16 jun 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

«Gaza y Cisjordania somos ahora como Corea del Norte y Corea del Sur, dos países enemigos con dos Gobiernos enemigos». Desde el anonimato de la capucha negra que sólo deja ver los ojos turbios de desafío y los dientes apretados cuando termina de escupir la amenaza, el cabecilla de un comando de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa saborea en la plaza de Al Manara, pleno centro de Ramala, la venganza de que los suyos hayan asaltado en masa el Parlamento controlado por Hamás ubicado en la capital cisjordana. Y haber quemado dentro los archivos, los muebles, docenas de banderas verdes islamistas hasta hacer arder estancias enteras. Aunque fue imposible consumar el secuestro del vicepresidente de la Cámara, el islamista Hasán Khreisheh, que impidieron los propios diputados de Al Fatah. «Los fascistas de Hamás profanaron nuestros cuarteles en Gaza, no habrá compasión para ellos aquí -mascullaba el combatiente de Al Aqsa- nosotros nos encargaremos de que no pisen las calles, y si lo hacen, que se atengan a nuestras órdenes y a las del Gobierno de emergencia que es quien manda». La ola de venganza que se venía barruntando en los últimos días en Cisjordania estalló ayer con el ataque orquestado de las milicias armadas de Al Fatah a instituciones y edificios dominados por Hamás, que incluyó el Ayuntamiento de Naplusa, las oficinas del Gobierno en Hebrón, donde una escuela islámica, el centro cultural, la televisión y la radio no se escaparon de la furia represora que las fuerzas leales al presidente Mahmud Abás se quedaron con las ganas de descargar tras su expulsión de Gaza. La caza de brujas convertía en Ramala el estado de emergencia decretado dos días atrás por el presidente en un estado de terror, que arrancaba en la franja la inmediata reacción de Hamás en forma de amenazas. «No permaneceremos con los brazos cruzados contra estos crímenes. Lo que está pasando en Cisjordania es un golpe de Estado, terrorismo puro», advertía el portavoz de los islamistas, Abu Zuhri. Pero también de un violento contraataque al último símbolo de Al Fatah que quedaba por mancillar en Gaza. La casa de Yaser Arafat, vacía desde que su dueño se marchara en el 2001 a su confinamiento en la Mukata, que era destruida, pisoteada y desvalijada hasta los azulejos de las paredes. Nuevo Gobierno La escalada de desafíos y respuestas, ya con el insalvable diferido de tener dos escenarios geográficos, se sucedían a la vez que, en la intimidad de la Mukata, custodiada por decenas de vehículos de la Guardia Presidencial con sus efectivos vigilantes sin quitar el dedo de los gatillos, Abás estudiaba la composición del nuevo Gobierno de emergencia encabezado por el economista independiente Salam Fayad, que previsiblemente será anunciado hoy. Un Gobierno que, según avanzó a Abás el cónsul general de EE.UU. en Jerusalén, disfrutará del levantamiento «total y rápido» del boicot económico que ha asfixiado al extinto Ejecutivo de coalición con Hamás en aras a «lograr el objetivo de la paz». La formación del Gabinete, que contará con una docena de ministros de perfil tecnócrata, se retrasó ayer ante la incapacidad de sus responsables de encontrar disposición entre los numerosos candidatos que se han estado barajando, entre ellos responsables de los partidos minoritarios representados en el Parlamento palestino.