Telón en el «Teatro de Koizumi»

Philippe Agret TOKIO

INTERNACIONAL

MATTHEW CAVANAUGH

Conocido en muchos ámbitos por sus excentricidades y su adoración hacia Elvis Presley, el dirigente deja paso hoy a un compañero del Partido Liberal Democrático

19 sep 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Hoy caerá el telón en una de las obras más exitosas y fascinantes del repertorio político contemporáneo nipón: el «Teatro de Koizumi». Su Partido Liberal Democrático (LDP) vota hoy un nuevo presidente que será designado jefe de gobierno dentro de seis días en la Cámara baja, donde el LDP es mayoría. Desde los palcos de la Ópera hasta las canciones de Elvis Presley, pasando por sus tangos con el actor Richard Gere, Koizumi ocupó el escenario político como ningún otro. A veces lo hizo con cierta genialidad, como en las elecciones del 2005, cuando utilizó a las «sicarias», candidatas elegidas por su perfil, contra los líderes de su partido que tuvieron la temeridad de oponerse a su plan de privatizar el Correo, por el cual decía estar dispuesto a morir. «Koizumi fue sin duda alguna el político que mejor supo explotar la televisión para movilizar a la opinión pública contra la vieja guardia» del PLD, afirma el profesor John Campbell, de la Universidad de Michigan. Los editorialistas de los principales diarios -que él ignoró- llegaron a hablar del «Teatro de Koizumi», en general para criticar a su director, al que calificaron de dictador. El jefe de Gobierno japonés acostumbra a hablar en tercera persona. «Es un milagro político. Un milagro que se ha convertido en realidad gracias a la gente que apoyó a Koizumi», se congratuló después de la adopción de su reforma del Correo japonés, la mayor institución financiera del mundo. A los 64 años, él mismo exhorta a sus herederos a cuidar las «reformas de Koizumi». Desde el primer acto, poco después de su llegada al poder, en el 2001, Junichiro Koizumi causó un gran impacto al presentar en forma erudita sus canciones preferidas de Elvis Presley. Aficionado al rock Al visitar Graceland, la mansión-museo del rey en Memphis, Tennessee, invitado por George W. Bush, improvisó los éxitos de su ídolo y posó para la eternidad con el presidente norteamericano, junto a la hija y la ex esposa del difunto roquero, Lisa Marie y Priscilla Presley. Luego sorprendió yendo a su oficina en un patinete eléctrico futurista que le regaló Bush. En el 2005, el jefe de Gobierno nipón reincidió con un florilegio del compositor de la banda de sonido de varios spaghetti western. «Mi música preferida de Ennio Morricone, presentada por Junichiro Koizumi». Este aficionado al bel canto también fue visto entre las bambalinas de una gran sala clásica de Tokio riendo a carcajadas, la cabeza cubierta con un tricornio, rodeado por los cantantes de la Ópera de Bolonia, y con frecuencia se ha dejado ver en estadios de béisbol o comiendo tallarines, como un buen populista. En los cinco años y medio de mandato, Koizumi ha visitado seis veces el santuario Yasukuni, que honra a sus compatriotas muertos en la guerra, incluidos varios criminales de guerra, con lo que ha levantado las iras de los países vecinos, que identifican esas visitas como un intento de negar las arbitrariedades y abusos de las fuerzas niponas con chinos y coreanos. La Constitución de 1947 prohíbe la participación de Japón en conflictos armados en el exterior, incluso en operaciones de paz. Koizumi se saltó a la torera esa limitación y en el 2004 envió medio millar de soldados a Irak.