¿Euroesclerosis o una simple depre?

Luis Ventoso REDACCIÓN

INTERNACIONAL

TOMASZ GZELL

EL «EUROPESIMISMO | El parón político y el bajo crecimiento cuestionan la UE La Voz inicia hoy una serie sobre las dudas que atenazan a la Europa de los 25, que es la mayor potencia del mundo, pero no cree en sí misma

22 oct 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

La Vieja Europa, los países fundadores que hace 55 años compraron la utopía de Jean Monnet, están tumbados en el diván del psicoanálisis. La UE se autocuestiona: ¿hemos iniciado un proceso irreversible de Euroesclerosis o estamos contagiados por una depre francesa, gaullista y pasajera? En el bando del Apocalipsis hay munición contundente. Alemania, el pulmón, crece al 0,8%. Un PIB por encima del 2% empiezan a ser raro en la UE (aunque España avanza al 3,3% y los jóvenes socios del Este corren a un 5% anual). Cuando constatamos que China galopa al 9,5% y la India al 8%, nos recorre un escalofrío. Blair, primer ministro de turno, quiere sacudirnos y airea la colada sucia. Nos recuerda que los 20 millones de parados son ya un mal endémico de la UE; deficitaria en investigación, agarrotada por los rigorismos de su pesado estado del bienestar, lastrada por los fondos que engulle un tinglado agrícola sin futuro. La ampliación La sensación psicológica indica que el Viejo Continente ha dejado de ser caldo de cultivo para los emprendedores. Las tierras que alumbraron a Kant, a Tomas Moro o a Einstein semejan un yermo intelectual y científico. La ciudadanía se planta contra la burocracia (¿y la corrupción?) del mastodonte de Bruselas. En Francia y Holanda, europeístas de primera hora, la calle gritó «no» a una Constitución probeta, entregada desde arriba por un personaje tan vidrioso como Giscard. La ampliación no gusta. ¿Qué tiene que ver un vigués con un letón?, ¿no está más cerca de un argentino? Europa ha crecido demasiado y demasiado a prisa. Y tiene miedo; lo cual es paradójico, pues desde el 1 de mayo del año pasado, con la ampliación a 25, la UE supera a Estados Unidos en PIB, en población (445 millones frente a 278) y tamaño. Pero nuestras tasas de natalidad son las más bajas del mundo (excepto Japón) y la convivencia diaria con el euro es enojosa (el ciudadano no acaba de aceptar que el cortadito que le valía 100 pesetas pasase a valer 160 al día siguiente). Una vez que nos hemos despellejado a gusto, miremos la botella medio llena. ¿Es especialmente glorioso y feliz el pasado de Europa antes de la UE? Los europeos nos hemos estado matando con sistemática inquina y alta eficacia desde el siglo XVI. El historiador Paul Kennedy piensa que Europa, «pendenciera y pluralista», se convirtió en el centro del mundo por el desarrollo tecnológico que propició la rivalidad bélica. Desde el siglo XVI fuimos el centro del mundo. Sí: pero llegamos al XX hechos papilla. Entre 1800 y 1930 emigraron 40 millones de europeos. Entre 1914 y 1944 sumamos 70 millones de muertos con nuestras dos masacres mundiales. En la Segunda Guerra Mundial, el PIB de EE.?UU. subió un 50% y el de Europa cayó un 25%. Hoy somos más fuertes que ellos y la guerra parece desterrada en la UE. ¿Ha sido tanto fracaso la Unión? Once de los 20 países más ricos del mundo están en la UE. Europa tiene el mayor índice de desarrollo humano y es la potencia que da más ayuda humanitaria. Es la Meca de la seguridad jurídica y los derechos humanos. La vida en la polis ya sólo perdura aquí (las clases medias de las grandes urbes de EE.?UU. viven atrincheradas en urbanizaciones y el centro es pasto de un lumpen irredento). Busquen lejos de Europa sanidad universal o acceso casi total a la universidad. Cuéntennos qué encuentran... ¿Europesimismo? No es nuevo. Durante la crisis del petróleo de los 70 ya se echó un responso sobre la Europa unida, mutilada además por el IRA, las Brigadas Rojas, ETA y el terrorismo corso. La realidad es que hoy vivimos mucho mejor. Echémosle un ojo a la España que entró en la CE. En 1981 la renta era el 71% de la media europea (hoy muchas autonomías la superan de largo), teníamos un millón de emigrantes (hoy los repelemos de malos modos), éramos un Estado agrario (hoy el campo es secundario) y ETA mataba a cien personas al año (hoy boquea). ¿Europa no inventa? Bueno; ahí está la pujanza del Airbus, o nuestro liderazgo en telefonía móvil. ¿Europa no crea? La novela más vendida de mundo ( Harry Potter ) es europea. El primer grupo de rock (U2), también. ¿Europa no avanza? En 14 años hemos logrado guiar a los países del Este desde un comunismo castrante a un confortable primer mundo. ¿Guerra de ideas? Una maldad: ¿no tendrá que ver la ola de europesimismo con las necesidades electorales de los terminales Chirac y Schröder, que hicieron populismo anti-Bruselas y contra EE.?UU. para emboscar sus flaquezas? ¿No será la actual crisis de Europa una mera batalla entre dos ideas: el liberalismo mancuniano y proamericano del Reino Unido frente al modelo social galo-renano, que pretende fundar sobre el antiamericanismo una personalidad europea post Telón de Acero? La Europa unida está aquí para quedarse. Suena a iluso y no vende, pero ningún tiempo pasado fue mejor.