Las cacerolas silencian a los sables en Argentina

ANXO LUGILDE A CORUÑA

INTERNACIONAL

La modernización del Ejército convirtió en impensable un golpe militar El silencio reina en los cuarteles argentinos. El ruido de sables ha desaparecido de un país sacudido por constantes golpes militares en el siglo XX. Pero ahora ya nadie parece temer a unas Fuerzas Armadas desprestigiadas por la represión de la dictadura y la derrota en la guerra de las islas Malvinas y orientadas hacia misiones humanitarias.

21 ene 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

En medio de una de las mayores crisis económicas y sociales de la historia del país, los militares argentinos volvían a aparecer ayer en las primeras páginas de los medios de comunicación del país austral. La decisión de Duhalde de buscar nuevos cometidos a las Fuerzas Armadas causa polémica. Ya se oyeron las primeras voces que rechazan que el Ejército asuma el control de las fronteras. El debate encierra un hito histórico, porque lo abre un presidente que no ha llegado al poder ni a través del triunfo en las urnas ni de la sublevación militar, sino, al margen de los posibles indicios de conspiración, mediante los mecanismos constitucionales previstos para resolver crisis. «No me sorprende que las Fuerzas Armadas se hayan mantenido al margen de la crisis económica que afecta a Argentina», declaró a la BBC Robert Potash, uno de los más prestigiosos estudiosos de la cuestión militar en Argentina. Desprestigio El 3 de diciembre de 1990, Mohamed Alí Seineldín protagonizó el último intento de sublevación, saldado con 13 muertos. Fue la más sangrienta de la serie de asonadas tras el restablecmiento de la democracia en 1983 y supuso, por lo menos hasta ahora, el cierre de un ciclo negro en la historia de Argentina. El desprestigio causado por los 30.000 desaparecidos en la última dictadura (1976-1983), la derrota en la guerra de las Malvinas, la drástica reducción del presupuesto militar y la participación en misiones internacionales bajo los auspicios de la ONU, en Croacia y Centroamérica, explican la desaparición del Ejército como actor político. «Otro factor relevante es el aprendizaje de las elites argentinas que ya no conciben a los militares como alternativa política», explica Celestino García, profesor de Regímenes Políticos de la Universidad de Santiago. En realidad los golpes eran cívico-militares, pues estaban instigados por una parte de la sociedad que intentaba derribar al poder establecido. La semana pasada se desveló que un documento interno de la Comisión Europea expresaba el temor a que un nuevo fracaso gubernamental colocase al país ante el riesgo de un golpe militar.