Los sondeos dieron el triunfo al republicano pero los expertos no están de acuerdo El segundo debate entre los principales candidatos a la Casa Blanca parece haber dejado satisfechos a casi todos. George Bush y Al Gore se congratulaban ayer por su trabajo durante la noche del miércoles. De nuevo, no hubo un claro vencedor. El evento se caracterizó por su tono educado y civilizado.
12 oct 2000 . Actualizado a las 07:00 h.J. M. NUEVA YORK. Corresponsal Durante más de dos tercios del debate Bush y Gore intentaron ganar puntos con la simple fórmula de no cometer errores. Los ataques virulentos se vieron sustituidos en Winston-Salem (Carolina del Norte) por un diálogo cordial. Bush habló con desparpajo de cuestiones internacionales. Gore coindició con él en las estrategias para Oriente Medio _Israel es para ambos el gran aliado_ o Yugoslavia _Milosevic no habría caído sin la intervención armada de la ONU, aseguraron_. Sus diferencias respecto a la proliferación de armas, las uniones entre personas del mismo sexo, o política medioambiental fueron esbozadas con sumo tacto. Hubo que esperar a los últimos quince minutos del debate para contemplar alguna acción agresiva. Fue entonces cuando Gore denunció las prioridades del republicano. Cuando recalcó que Bush favoreció recortes fiscales a las petroleras en lugar de atender a los desfavorecidos de Texas. El estado sureño, añadió, ocupa el último lugar en la lista de prestaciones sanitarias familiares. Fue entonces cuando Bush cuestionó la credibilidad de su oponente por sus exageraciones o errores factuales. Los sondeos inmediatos otorgaron la victoria al republicano. Los expertos, sin embargo, consideran que el ejercicio retórico ha cambiado pocos pareceres. Es más, recordaron que la semana pasada el vencedor fue Gore, pero su éxito no se tradujo en ventaja en las encuestas. La carrera electoral sigue sin favorito, y no se decidirá probablemente hasta que los norteamericanos tengan que votar el 7 de noviembre.