Pablo Couñago, que lo dirigió en el Choco y le representa desde entonces, destaca que lo más importante para Miguel Román fue convencerse de sus condiciones
04 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Pablo González Couñago, campeón del Mundo sub-20, bota de oro y ex del Celta, tiene un vínculo especial con Miguel Román González (Gondomar, 2002). Él formaba parte del cuerpo técnico del Choco cuando el hoy mediocentro céltico llegó al equipo de División de Honor juvenil redondelano y, un año después, cuando el exfutbolista entró en el mundo de la presentación, Román se convirtió en su primer jugador representado. Pablo recuerda de aquellos tiempos que le decía que tenía nivel para llegar al fútbol profesional, pero la respuesta del gondomareño iba en otra dirección: «Pero que dis, Pablo!». Román tuvo que convencerse y terminó consiguiéndolo.
El actual céltico ya apuntaba maneras también en su etapa en el Rápido de Bouzas y terminó explotando en el Pontevedra, donde el vestuario enseguida se dio cuenta de que contaba con un jugador especial. Con 19 años, en su primera temporada sénior. En su época de granate, clubes como el Barcelona o el Atlético de Madrid tocaron a su puerta, pero el jugador siempre apostó por la idea de hacerse un sitio en el Celta. Incluso el pasado verano tenía la oportunidad de salir gratis y, aunque los celestes no le confirmaron de inicio un sitio en el primer equipo, decidió jugársela en la pretemporada y acertó.
Al Choco llegó en el 2020 después de firmar un año redondo en Bouzas. «Enfrontámonos a el na época do Rápido, no momento que nós ascendemos, fichámolo porque pensamos que era un xogador que podía ter nivel e ás dúas semanas de estar adestrando, xa miramos que era doutro nivel», comenta Pablo Couñago, que ejerció de técnico en el cuadro de Redondela y de mentor del centrocampista. El exfutbolista recuerda: «Ese ano (en el que lo conoció) empezo a traballar de axente e é o primeiro xogador que collo».
Por entonces, tenía que convencerlo de su auténtico potencial: «Lembro falar con el e dicirlle que tiña nivel para ser xogador de fútbol profesional, e el contestaba: ‘Pero que dis, Pablo’». Lo principal, en esa tesitura, era que se convenciese «de que tiña nivel para ser xogador de fútbol. Tanto Berto Suárez como Hugo Álvarez, que son adestradores que agora están na canteira do Celta, e mais eu tiñámolo claro. Houbo un momento no que empezamos a pensar que se o cría, se se coidaba e pelexaba por iso, podía conseguilo. Nese momento, el non era consciente do nivel que tiña».
Couñago lo ve como un 6 (mediocentro posicional) o un 8 (avanzado), la posición que ocupó desde el primer día en el Choco. «Había partidos nos que o poñiamos de 8 porque queriamos que chegase á área, xa que ten moi bo tiro, pero tamén queríamos que xogara de 6, porque necesitabamos a alguén que movese o balón. De 6 ten un nivel incrible porque ten nivel técnico, entende o fútbol e ten físico tamén. Miguel é un mediocampista total».
A nivel personal, Pablo Couñago certifica que Miguel Román no ha cambiado desde que lo conoció de juvenil. «Sigue sendo o mesmo rapaz, moi humilde. Cando era xuvenil de último ano, xa se lle vía moi educado e moi respectuoso con todo o mundo e que sendo o mellor xogador do equipo nunca o viches que estivese crecido. Nese sentido, non cambiou nada».
En lo futbolístico, lo ve creciendo cada día, con mucho margen de mejora y convencido de que está aprovechando su oportunidad. «Dende que debutou, está xogando a un gran nivel». El gol también le ayuda: «Sempre lle digo que ten que tirar máis a porta». Y, en esta ocasión, le hizo caso para estrenarse en Primera.