El equipo navarro, más fresco, llevó el partido a su terreno y superó con claridad a un conjunto vigués que va a menos y que en El Sadar firmó un pobre partido

X. R. C.

El Celta se diluye. A cada jornada que pasa presenta síntomas más preocupantes y se marcha al parón con su segunda derrota consecutiva y firmando un pésimo partido en El Sadar. Osasuna fue mejor, más intenso de principio a fi, más certero y llevó el partido a su terreno ante un conjunto vigués que vuelve a la sequía en ataque, no solo goleadora, sino incluso en remates. Se notó la falta de diferencia descanso en la última media hora, que no puede servir de dique de amparo ante tan pobre actuación de un conjunto céltico que emite los mismos síntomas preocupantes de las dos últimas temporadas en donde jugó con el fuego del descenso y no se quemó por favores ajenos.

El mejor termómetro de que algo no va bien en el Celta es cuando Iago Aspas comienza a jugar de todo. Cuando el moañés abandona su posición más ofensiva para bajar a buscar balones al centro del campo o a caerse en banda es que algo pasa y no en el mejor de los sentidos. En El Sadar lo tuvo que hacer durante muchos minutos de un primer tiempo que Osasuna gobernó con autoridad.

Cosas del fútbol y de los técnicos, el equipo que jugó el jueves y tuvo 60 horas de recuperación solo hizo tres cambios en el once mientras el que esperó toda la semana por el partido (166 horas) renovó a seis. Y el resultado fue un equipo local más intenso, que avisó con tres córneres y que hizo diana con un zapatazo desde 28 metros del excéltico Roncaglia. En un gol tan bonito como imputable a un mal balance defensivo celeste.

Con el 1-0 y ante la falta de generación de juego por parte de Tapia y Okay, Aspas decidió moverse, y en su rol de todocampista consiguió que su equipo tuviese el balón, en gran medida por el repliegue de Osasuna, pero apenas hubo ocasiones. La más clara, un remate del moañés desde la línea de fondo que desvió Sergio Herrera con el pie. Todo lo demás, fueron centros sin dirección y remates a la vacía grada.

La cosas no mejoró en el segundo tiempo. El inicio tuvo un efímero momento para la esperanza, aunque con un tímido remate de Nolito pero enseguida el cansancio comenzó a hacer mella (curiosamente Jagoba movió más el banquillo que Óscar) en los vigueses y Osasuna coleccionó llegadas francas a la portería rival.

Calleri avisó con un duro disparo que obligó a Iván Villar a sacar una buena mano, más tarde el delantero argentino cabeceó alto y a la tercera fue la vencida. En ellas de nuevo apareció Roncaglia, que buscó el tiro dentro del área, pero Calleri desvió el balón con la cabeza y batió a Iván Villar. El 2-0 dejó el partido visto para sentencia, porque el Celta tuvo el balón pero sin ninguna capacidad de remate y fue Jony quien estuvo más cerca del gol con un remate que se encontró con Iván Villar.

La derrota deja muy tocado al Celta que tiene ahora quince días para rearmarse y también la oportunidad de reforzarse en el último día de mercado. Por lo visto en los dos últimos partidos. Ayer los cambios no surtieron ningún efecto.