«Lo que pasamos fue un sinvivir»

M. V. F. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

cedida

Uno de los celtistas afectados por la cancelación de un vuelo a Mánchester relata lo que vivieron y sus reivindicaciones

06 dic 2017 . Actualizado a las 11:00 h.

Gumersindo Meijón planeó su viaje a Mánchester con la idea de llegar la víspera, pasar la noche en la ciudad, visitarla y vivir una previa inolvidable antes del partido de Old Trafford y más allá de lo que sucediera en lo deportivo. Finalmente, solo se cumplió la última parte. Se convirtió en uno de «Os 51 de Mánchester», que así bautizaron el grupo de WhatsApp que formaron en el momento en el que vieron que la compañía TAP con la que habían viajado desde Lisboa les iba a dejar tirados y a través del cual se han organizado para presentar la reclamación judicial en curso.

Era la víspera del histórico partido del 11 de mayo. La megafonía les advirtió en primer lugar de un retraso de alrededor de un cuarto de hora que no inquietó a nadie. El segundo aviso generó «un ligero mosqueo», cuenta Meijón, y el tercero, cuando la demora pasó a tacharse de «indefinida», les hizo entrar en cólera. «Pensamos que nos quedábamos sin partido. Barajamos opciones que eran verdaderas locuras. Fue un sinvivir», recuerda.

TAP y Ryanair -parte de los afectados viajaban con esta otra compañía- no les ofrecieron alternativas. «Ni siquiera un trozo de comida», lamenta. Su única propuesta fueron 60 euros para que se las arreglasen como pudieran. «Con la visita del Papa estaban los hoteles llenos. Nos daban esa cantidad para que nos buscáramos la vida y la rechazamos, claro», recuerda. La versión oficial era un problema de combustible que afectaba al aeropuerto en su conjunto.

Tras pensar en un sinfín de opciones, apareció un vuelo desde Faro a la mañana siguiente. El Celta gestionó un autobús y llegaron a tiempo. Ahora reclaman una compensación. «La indemnización es obligación de las compañías en vuelos internacionales de más de 150 kilómetros», reivindica. Calculan que entre hoteles, comidas, autobús y vuelos la «broma» supuso unos 500 euros por cabeza. «Más daños morales», enfatiza. Está convencido de que les darán la razón cuando apenas recuerden ya lo sucedido. Si es que logran olvidarlo.