Una final después de la tempestad

Xosé Ramón Castro
x. r. castro VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

El Celta se juega eludir los puestos de descenso en Málaga tras vivir una semana alocada

19 ene 2013 . Actualizado a las 23:06 h.

Después de una semana convulsa y accidentada, el Celta se juega eludir los puestos de descenso en uno de los feudos más complicados de la Liga. En Málaga, ante un equipo que saldrá con su once de gala sin reparar que cuatro días después puede firmar la gesta de su vida si es capaz de eliminar al Barcelona.

El Celta jugará en La Rosaleda sin completar apenas un entrenamiento. La climatología le ha jugado una mala pasada a lo largo de toda la semana. «Ha sido un horror», admitía ayer el entrenador. Pero más allá del crudo invierno, la tormenta real estuvo en el vestuario celeste. Los primeros días de la semana fueron de locos con las ofertas mareantes que manejaba Iago Aspas y con el toque de atención para Roberto Lago. Después llegaron las reuniones y los cónclaves de terapia. Y al final, la paz o al menos la tregua.

Pero mientras tanto, apenas se ha hablado de un partido tan importante como difícil para el conjunto celeste. La situación deportiva y dos enfrentamientos directos entre rivales del sótano clasificatorio pueden llegar al Celta a visitar la zona de descenso en caso de salir derrotado de Málaga ante un rival que se juega seguir peleando por la zona Champions con independencia de lo que suceda después con la sanción de la UEFA y que meterá a todo su arsenal en el campo. Incluidos hombres como Isco, Toulalan o Joaquín.

Herrera apostará, según comentó ayer, por un equipo muy parecido al que perdió en Cornellá, incluido un Augusto Fernández que vive una preocupante cuesta abajo. También con Iago y con Roberto. Porque Aspas parece haber pasado página y tras una charla el extremeño ya no tiene ninguna duda del compromiso de Lago.

El cambio podría llegar en el dibujo sobre el campo. El rombo se ha vuelto complicado al quedarse con menos recorrido los laterales. Aunque lo primordial es que el Celta rompa sus ataduras a domicilio y exhiba el descaro de Balaídos. Repetir la indolencia del encuentro frente al Espanyol sería el síntoma más peligroso.

Todo en el arranque de una segunda vuelta en donde los vigueses se juegan salvar lo que han tardado cinco años en recuperar. Por eso Herrera asume que les quedan 19 finales. A la primera no pueden renunciar.