La esencia de Cayetano

Colpisa / Arantza Furundarena

GENTE

El torero, ahora imagen de un perfume, continúa su imparable paseíllo por el ruedo de la moda.

08 oct 2010 . Actualizado a las 20:57 h.

Cayetano Rivera Ordóñez huele a una mezcla de rosa de Marruecos, cedro del Atlas, vetiver, incienso... Con un poco de pimienta. Son algunos de los ingredientes de la nueva fragancia, 7 de Loewe, de la que el famoso diestro es ahora mismo rotunda y varonil imagen.

Alejado durante gran parte del verano de los ruedos por culpa de una cogida en la feria de Baeza que le causó fractura de clavícula y lesión testicular, Cayetano no ha perdido el tiempo y ha encontrado en el camino mucho más lineal, llano y seguro de las pasarelas una rentable y jugosa alternativa al siempre peligroso redondel.

El jueves presentó su nueva fragancia en una fiesta celebrada en el Palacio de Cibeles de Madrid, de la mano de su novia, la presentadora, modelo y ex Miss España Eva González.

Y pocos días antes se había codeado con Isabel Preysler y su hija Tamara en la Semana de la Moda de París. Nada menos.

Mucho han cambiado los tiempos desde aquel rocambolesco 'Bombero torero'. Ahora lo que se estila es el 'Modelo Torero', ese hombre que hoy torea y mañana posa; un pluriempleo perfectamente compatible siempre que el diestro en cuestión logre mantener su integridad física.

Cayetano, en esa doble vertiente, ya ha desfilado para Armani (sin cortar ni una sola oreja, todo sea dicho), ha llegado a torear vestido con un traje de alta costura adornado con cristales de Swarovski, ha protagonizado campañas publicitarias anunciando trajes, vaqueros, relojes suizos... Y ahora nos vende una colonia masculina bautizada como '7'.

Curiosamente, el número que da nombre al tendido más terrible de Las Ventas. El más exigente con los toreros, el más purista y levantisco. El de los temibles 'sietistas'.

Habría que conocer la opinión de los del 7 al saber que la foto promocional de su homónimo perfume -una imagen del fotógrafo Luis Gaspar realizada en blanco y negro, en la que Cayetano aparece bello, serio, desmonterado y envuelto en un capote de paseo- está inspirada «en el retrato que Julio Romero pintó a Juan Belmonte». Y que la filosofía de la nueva fragancia (porque hoy día hasta el agua de colonia tiene su filosofía) se basa en héroes clásicos como Hércules y Aquiles y está pensada para «un hombre que se encuentra en equilibrio entre lo humano y lo divino».

Sin caer en las fantasías a las que es proclive la publicidad, que cuando no miente exagera, hay que reconocer que el segundo hijo de Paquirri y Carmen Ordóñez goza de un atractivo especial.

Entre esa mirada aguamarina que heredó de su padre, su sonrisa dentífrica, un físico más que agradable y, sobre todo, un talante tranquilo, discreto y reservado que ha sido su mejor burladero contra la intromisión y el escándalo, Cayetano, en sus 33 años de existencia, se ha ido labrando una imagen seductora e impecable que hoy se rifan las marcas más exclusivas.

Prudente y directo

De cerca es prudente, cauteloso y un punto tímido, pero también directo, de los que miran de frente, a los ojos. Jamás quiso participar en ese patético circo mediático que acabó devorando a su madre, aunque, quizá por consejo de ella, accedió a vender la exclusiva de su boda con Blanca Romero; algo que seguramente no volvería a repetir hoy con Eva González. Ni siquiera están pensando en casarse, según reiteró la pareja en la presentación del perfume.

Carmina solía decir que de sus tres hijos, Cayetano era el único «al que nunca le cortaron el cordón umbilical». Al 'edípico' Cayetano siempre le gustaron las mujeres fuertes, raciales y con carácter. Blanca Romero hasta se daba un aire a Carmina. Con ella vivió una etapa apasionada, pero también errática en lo laboral, porque él no acababa de centrarse en un oficio. Hasta que se destapó como torero. Tarde, pero con una trayectoria imparable. En realidad, algunos ya pensaban que lo era antes de saberlo él mismo.

Al principio, cuando su hermano Francisco debutó en los ruedos y él ejercía de acompañante y hombre de confianza, a menudo le confundían a él con el torero y al torero con el hermano. «Por las hechuras», solía justificar Fran aludiendo a la mayor corpulencia de Cayetano.

Hoy, consagrado ya como figura, aunque bajo la atenta mirada no siempre de aprobación de los más puristas, Antonio Cayetano Rivera Ordóñez, que así se llama de nombre completo este nieto de Antonio Ordóñez, vive en un difícil equilibrio entre sus responsabilidades como matador de toros de dinastía y las oportunidades que le brinda su innegable fotogenia.

Hay quien dice que en el ruedo hace mucho que no destapa el tarro de las esencias. El de su propia esencia tendrán que destaparlo otros, cuando compren su perfume.