Es urgente reaccionar

Manuel A. Couceiro Cachaldora PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN GALEGA CONTRA O NARCOTRÁFICO

GALICIA

El alijo decomisado a bordo del remolcador MV Karar en el 2020.
El alijo decomisado a bordo del remolcador MV Karar en el 2020. M.Moralejo

08 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El tráfico de drogas a gran escala y el menudeo son dos caras de la misma realidad y, sin embargo, a este no le damos la importancia que merece. Es el último eslabón de la cadena, que convierte los miles de kilos que llegan a nuestras costas en gramos y pequeñas dosis que se venden en la calle, en un narcopiso o en un bar. Ahora mismo adquirir cualquier sustancia para consumo es tan sencillo como salir de compras; está disponible, es abundante y muy barata. Es la consecuencia de la avalancha que sufrimos. En todas las ciudades se multiplican los lugares de venta, y nuestras policías, que hacen un excepcional trabajo cuando les dejan, no dan abasto porque les faltan medios. Y como las desgracias nunca vienen solas, ahora también se les recomienda no intervenir en los coches particulares, convertidos en nuevos espacios de impunidad.

Tenemos además una Justicia empantanada y sin capacidad de resolver como la situación requiere, a pesar del gran trabajo de algunos profesionales. No solucionar estos problemas supone otorgar ventajas injustificables a los narcotraficantes. Observamos una dinámica muy peligrosa en el menudeo, porque al aumento de droga en la calle se añade el hecho de que comprar y consumir tienen poco reproche social y, en muchos casos, la figura del narco está blanqueada, cuando no directamente romantizada. Es lo que nos faltaba para que estos vendedores de veneno campen a sus anchas. Porque si el consumo no se percibe como malo, en consecuencia la venta al por menor tampoco se ve como un delito grave; nos hemos acostumbrado a ella. Ahora bien, esta tibia percepción cambia radicalmente cuando el camello pasa a ser nuestro vecino en un narcopiso. Ahí afloran todas las miserias y vemos la dura realidad: violencia, inseguridad, gritos, peleas, amenazas, noches sin dormir... personas y familias destrozadas por la maldita droga, sea cual sea. Saltan todas las alarmas, pero aun así tampoco reaccionamos rápido, tardamos años en cerrar un narcopiso y vemos con indignación cómo muchos de estos delincuentes, al ser detenidos, entran por una puerta y salen por la otra. Las cosas de momento son así. La consecuencia es que en algunas zonas de Galicia estamos viendo calles y barrios tomados por diferentes eslabones del narcotráfico. Si no reaccionamos, nos vamos de cabeza hacia el abismo.