Paula Prado, secretaria general del PPdG: «A Caballero lo veo como un meme»

GALICIA

XOAN A. SOLER

Política de raza dice que, en la vida personal,  prefiere evitar los problemas, pero que en el trabajo «hay que cumplir»

09 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Paula Prado (Santiago, 1971) me recibe en su despacho del Parlamento tras una junta de portavoces con el encanto que se le supone, pero también un poco en guardia. Ya se sabe lo de los secretarios generales: puño de hierro, guante de seda. Para mí fue el guante.

—Cien días a cargo del partido, ¿qué tal?

—Muy bien. El partido está activo y contento. Veo a la gente con muy buena predisposición.

—Recuerdo a un alcalde que también era responsable de su partido, a quien le pregunté qué era lo más difícil. Y me respondió que, sin duda, el partido.

—A mí, el partido me gusta mucho. Y las épocas en las que más disfruto, aunque parezca increíble, son las épocas de campaña: hay actos, estás en contacto con la gente, los mítines... en las campañas disfruto mucho.

—Pues estará salivando.

—¡Hombre, no tanto!

—El secretario general de un partido siempre es una figura algo áspera, quizás porque también tiene que enfrentarse con sus compañeros.

—Es cierto que tenemos fama de ser los malos de la película. Pero, sin perder de vista que somos los que tenemos que mantener la tensión política y exigir lo máximo a nuestros compañeros, también tiene esa parte bonita de reunirte con las agrupaciones locales y la gente agradece mucho que el partido se acuerde de la parte más local. Como no he tenido ningún incendio político, de momento estoy contenta.

—En las municipales todo el mundo se activa.

—Sí. Porque todo el mundo se juega algo.

—Tienen siete ciudades a conquistar ¿cuál va a caer?

—Yo no renuncio a ninguna.

—No sé por qué hago esta pregunta. ¿Cuál es la que ve más factible?

—Yo creo que tenemos una oportunidad en todas. En todas vamos a subir mucho y en muchas vamos a subir lo suficiente como para gobernar.

—¿Cuál ve la más difícil?

—Que sea difícil no quiere decir que sea imposible. Pero es una realidad que Vigo es complicada, pero también veo posibilidades de subir mucho. Yo a Abel Caballero lo veo como un meme. Después de lo que hizo con el baile ese...

—Igual quiere mostrar que la edad no es un lastre...

—Pero es como si una señora de 70 quiere vestir como una de 15. Con 70 años no te puedes poner minifalda y camiseta de tirantes. A una cierta edad, los políticos no podemos hacer el ridículo para no parecer la edad que tenemos.

—Usted también estuvo en un ayuntamiento. ¿Lo echa de menos?

—Yo creo que todos los políticos deberíamos pasar por la vida municipal, porque es una gran escuela para escuchar a la gente y estar en contacto con ellos. Es donde más se aprende.

—¿La política es para siempre?

—[Sonríe] Yo creo que, cuando entras, siempre piensas que es pasajero pero, una vez que la conoces y sientes esa adrenalina en una campaña o en un debate... eso es muy motivador y es verdad que engancha.

—Así que es difícil salir.

—Es difícil, pero conozco compañeros y compañeras que, cuando lo dejaron, les costó al principio, pero luego dicen: «Hay vida después de la política». Y es verdad. Además, es necesario no estar en la política muchos años. Debe haber renovación.

—¿La política le ha comido mucho a su vida personal, familiar...?

—Cuando empecé en política, mis hijos eran pequeños y he intentado no perderme muchas cosas de ellos. Si había un festival de Navidad, he ido; no me lo he perdido. En el día a día, mi marido se implicó muchísimo y, además, ¡benditos abuelos!

—Es un lamento común en los políticos, ese tiempo familiar que no vuelve.

—Sí, pero a los hijos no hay que dedicarles solo cantidad de tiempo, sino calidad. No sirve estar con ellos si tú estás con el teléfono y ellos con la maquinita. Y yo le he quitado muchas horas al sueño para poder estar con ellos.

—¿Echa de menos la normalidad que proporciona no estar en política?

—Le diré que hay muchas cosas que los políticos no hacemos por miedo a que nos estén grabando. A mí me sacaron fotos en bañador y sé que anduvieron circulando por ahí. Me da igual, pero... Te privas de hacer cosas porque estás en el foco. Mire lo que le ha pasado a la primera ministra de Finlandia.

—¿Cuándo tendremos una presidenta de la Xunta?

—Cuando el Partido Popular tenga una mujer que lo presida.

—¿Cuándo presidirá el PPdG una mujer?

—Pues cuando toque. Hay muchísimas mujeres en el PP preparadas para ser presidentas. De momento hay Rueda para rato.

—Fue usted compañera de Yolanda Díaz en el instituto.

—Pero no coincidimos en clase. Con la que sí que coincidí fue con Carolina Bescansa.

—¿Mantienen relación con la ministra, se ven en las quedadas del Facebook?

—No. Yo creo que ella no mantiene la relación. Tampoco hay muchas quedadas y, si se hacen, a mí no me avisan. Hubo una en la jubilación del director, pero ella no fue.

—¿Celta o Dépor?

—Yo soy del Obradoiro. Jugué al baloncesto hasta los 20 años.

—¿En qué le gusta aprovechar el tiempo libre?

—En estar con mis amigas. Somos un grupo de cinco amigas de la infancia y siempre hay alguna disponible para tomar algo o ir de compras.

—Dígame algunas palabras que vayan con su carácter.

—Soy optimista por naturaleza, intento evitar situaciones de conflicto...

—Pues está en el cargo adecuado.

—Bueno, eso es diferente. Una cosa es el ámbito personal y otra el trabajo. En el trabajo hay que cumplir, pero en el ámbito personal soy más conciliadora, prefiero sobrevolar un problema que enfadarme.

—Su último viaje de placer.

—A Oporto con mi familia.

—¿Sabría hacer una empanada?

—Mi suegra hace unas empanadas riquísimas y yo le pedí que me enseñara. Pero todo era «un poco de esto, ya vas tú viendo...» Así que decidí grabarle un vídeo haciendo la empanada. Tengo el vídeo grabado pero aún no hice la empanada, ja, ja.

—¿Qué tal con el móvil?

—Muchas horas. Más de las que debiera y de las que quisiera.

—¿Se considera una persona religiosa?

—Sí, yo creo en Dios pero no soy tan practicante como era. Pero sí que me acuerdo de pedir y de dar gracias.

—Una canción.

—Cualquiera de Antonio Orozco.

—¿Lo más importante en la vida?

—La familia.